Los comienzos siempre son –o suelen ser- complicados. Y mucho más en un club del calibre del Real Madrid. Una camiseta que tiene un peso que ninguna otra tiene en todo el panorama internacional. Algo que han sufrido muchos jugadores, incluso estrellas del calibre de Zinedine Zidane o, más recientemente, Kylian Mbappé.
Lo cierto es que la situación de la estrella francesa conllevaba una presión extra respecto a otras grandes estrellas que han aterrizado en La Casa Blanca. El francés llegaba al Santiago Bernabéu coronado como uno de los mejores jugadores del planeta, además de hacerlo después de siete largos años de espera, entre los cuales tuvo lugar el plantón de 2022 que dividió las opiniones del madridismo.
Un inicio complicado que Mbappé ha revertido a base de creer en sí mismo
Precisamente debido a ese plantón, ya desde que puso un pie en el Santiago Bernabéu se convirtió en el centro de las miradas, entre las miradas expectantes que deseaban verlo triunfar con la camiseta blanca, y los ojos críticos que no le pasarían ni un solo fallo después de la infame renovación con el Paris Saint-Germain. Una presión que ni siquiera una estrella de su dimensión puede resistir.
Y es que durante sus primeros meses de blanco, Mbappé dejó pinceladas del grandísimo futbolista que es. Lo hizo marcando en su debut frente a la Atalanta en la Supercopa de Europa, con un tanto que dio el primer título de la temporada al Madrid, un doblete al Betis, varios goles en Liga… Pero poco más aparte de esas pinceladas.
Todo el mundo sabe que Florentino Pérez no estuvo siete años esperando al astro francés para que resolviese partidos de Liga. El presidente no paró hasta verlo vestido de blanco convencido de que era un hombre que había nacido para las grandes noches. No obstante, cuando las primeras grandes noches llegaron… El francés desapareció por completo.
Desapareció en su primero Clásico liguero, donde el Madrid recibió una contundente goleada. También lo hizo en el primer envite de Champions League en el que el Madrid se jugaba colarse entre los 8 primeros. Su actuación en Anfield, uno de los grandes escenarios del viejo continente, dejó claro que ese Mbappé no era el que destrozaba a cualquier equipo con la camiseta del PSG.
El punto de inflexión que despertó a la bestia
Ya su actuación frente al Liverpool despertó todo tipo de críticas. No solo por el penalti fallado, sino por una gestualidad y una sensación que inspiraba que nada quedaba de aquel delantero que estuvo cerca de remontar él solo una final de un Mundial. Y una semana después, en la visita a San Mamés, Mbappé tocó fondo, de la mano de otra actuación gris y otro penalti fallado.
Así mismo lo reconoció el propio Mbappé en sus redes sociales nada más finalizar el partido: “Asumo toda la responsabilidad. Es un momento difícil, pero es el mejor momento para cambiar esta situación y demostrar quién soy”. Un mensaje que, aunque muchos no lo supieran, terminaría convirtiéndose en el punto de inflexión a partir del que Mbappé resurgiría de sus cenizas.
Y vaya si lo ha hecho. Desde aquel encuentro, en cuestión de poco más de dos meses, Mbappé ha marcado 18 goles y ha repartido 3 asistencias. Pero más allá de las cifras, que por supuesto reflejan este cambio de signo, ahora el Madrid disfruta de un Mbappé distinto. Un Mbappé que la pide, que encara, que se desmarca y que se desfonda. Un Mbappé que ya suma en la que muchos consideraban un fracaso de temporada un total de 28 goles. Un Mbappé, en definitiva, líder.
Y noches como la del encuentro de Champions frente al Manchester City demuestran por qué Florentino esperó siete años a Mbappé. Porque las cosas importantes se demuestran en grandes escenarios. Y Mbappé aprovechó un escenario como el Santiago Bernabéu para dar un golpe sobre la mesa y, como él mismo afirmó, demostrar quién es Kylian Mbappé. Ahora, la bestia ha sido desatada… Y quién sabe cuál será su techo.