Estaba hecho, pero había que consumarlo. El Barça necesitaba ganar en el derbi ante el Espanyol en Cornellà y lo hizo. El conjunto azulgrana ganaba su 28ª Liga tras ganar 0-2 al Espanyol sentenciando así la carrera por el título tras sumar los tres puntos en el derbi. El Real Madrid consiguió aplazar el alirón con un gol de Jacobo Ramón in extremis, pero el título ya es una realidad y el destino ha querido que una vez más el campeonato fuese oficial en territorio enemigo.
Y es que la última Liga del Barça también la ganó en Cornellà con un 2-4 con goles de Alejandro Balde, Jules Koundé y un doblete de Robert Lewandowski. En aquel momento, y a pesar de que Xavi Hernández pidió que la fiesta fuese en el vestuario, la plantilla hizo un corrillo en el césped y celebró. Un gesto que no gustó a parte de la afición perica que invadió el terreno de juego y se fue a por los jugadores. La rápida intervención de la seguridad evitó males mayores.
Anoche no hubo invasión, pero la celebración no fue tranquila. Con el pitido final del árbitro, se produjo una tangana sobre el terreno de juego entre ambas plantillas. Todo empezó con un empujón de Balde a Pere Milla, que cayó al suelo entre una marabunta de futbolistas.
Ante esta situación, Hansi Flick no tardó en pedir a sus jugadores que celebrasen el título en el vestuario. Ya había apuntado el míster en la previa que la celebración sería respetuosa y hubo quien hizo caso ya que Lamine, nada más acabar el encuentro, se fue al túnel de vestuarios. El entrenador alemán se llevó a gritos y empujones a sus jugadores . «Sé lo que ocurrió hace dos años y queríamos dejar el campo para celebrar en nuestro vestuario», explicó a los medios tras la finalización del partido.
El Espanyol también quiso evitar problemas como los del pasado y encendió los aspersores para evitar cualquier fiesta culé. Algo que pareció importar poco a algunos que lo convirtieron en una diversión. En medio de la celebración, un gesto feo e innecesario de Fermín López producto de la euforia. El jugador gritó al cielo: «A chuparla, a chuparla», repitiéndolo en varias ocasiones.
Los jugadores no tardaron mucho en hacer caso al míster y abandonar la ducha de los aspersores y trasladar la fiesta a los vestuarios donde la locura se desató como bien merece ganar un título de Liga que se convierte en el tercer curso de la temporada tras la Supercopa de España y la Copa del Rey.