Desde que Adrian Newey se incorporó a Aston Martin, su obsesión por el detalle no ha hecho más que intensificarse. La propia Amanda Newey, su esposa, lo advertía en redes sociales: «¡Estoy deseando verte de nuevo, mi querido marido! Nos pondremos al día dentro de cinco años«.
El método Newey para impulsar a Alonso
Y no se quedó corta. Newey confiesa que lleva meses inmerso en un «trance de diseño» que lo hace prácticamente invisible a su entorno. La causa es el nuevo reglamento técnico de 2026 y la integración en un equipo distinto tras dos décadas en Red Bull. La presión es inmensa, pero la pasión por su trabajo, aún mayor.
Para Newey, la clave está en el factor humano. «Lo que amo de este trabajo es la variedad, la interacción con mis colegas y luego llevarlo a la pista”, explica. Su mirada se centra en cómo los pilotos perciben el coche, porque aunque la tecnología y los datos ofrecen información precisa, la contribución del piloto sigue siendo esencial. En sus palabras, los pilotos son “animales maravillosamente intuitivos”, capaces de adaptar su conducción para explotar al máximo las virtudes y minimizar las debilidades del monoplaza.
Esta filosofía supone un terreno abonado para Fernando Alonso, que no solo encontrará en Newey un ingeniero brillante, sino también un interlocutor que entiende y valora la voz del piloto. Y es que el gurú recuerda sus primeros años como ingeniero, cuando la telemetría era inexistente y el feedback del piloto era la única referencia para mejorar un coche.
Newey entiende y valora la voz de un piloto como Alonso
Ahora, con sensores por todo el monoplaza, podría parecer que los datos reemplazan la experiencia humana, pero para Newey no es así. «El piloto sigue siendo imprescindible. Necesitamos que sienta el coche y nos diga lo que nota para combinarlo con los datos y hacerlo más rápido».
Alonso, que suele sentir el coche al máximo y quien se caracteriza por exigir lo mejor en cada detalle, podrá comunicar todo lo que nota al volante, y Newey sabrá cómo usar esa información. La relación entre piloto e ingeniero funciona como un diálogo continuo, donde cada movimiento y cada reacción se convierte en pequeños cambios que pueden hacer la diferencia en la pista.
El rol del simulador también refleja esta visión humanista. Newey cuestiona su uso excesivo, porque ningún modelo digital logra captar la percepción real de un piloto. “Ninguno de nosotros ha logrado crear un modelo de piloto que pueda articular lo que siente. Necesitamos al humano para que lo sienta y nos lo comunique”, asegura. Según él, encontrar el punto justo entre la intuición del piloto y los datos será clave para diseñar el coche de 2026.
«Por supuesto, ha sido una espina clavada a lo largo de los años. Será bueno trabajar con él, respeto mucho a Fernando. El hecho de que solamente haya ganado dos títulos, sobre el papel, no refleja en absoluto su capacidad. Como sucede con Verstappen o sucedía con Senna, es uno de esos pilotos que siempre extrae lo mejor del coche», afirmaba el técnico con respecto a Alonso.
Newey lleva años perfeccionando esta forma de trabajar, y su llegada a Aston Martin ha permitido trasladar esa metodología a un equipo que enfrenta uno de los cambios técnicos más grandes de la Fórmula 1 reciente. El monoplaza de 2026 estará compuesto por más de 15.000 piezas, y «casi ninguna se mantendrá» respecto a 2025. «Es un ejercicio de ingeniería y diseño gigantesco», señala.
Para Alonso, trabajar con Newey es volver a lo esencial de pilotar. Sentir cada reacción del coche, entender qué pide en cada curva y empujarlo hasta donde da de sí. No es solo seguir datos ni interpretar pantallas; es un intercambio constante entre la experiencia del piloto y la visión del ingeniero, donde ambos contribuyen a mejorar el coche.
A esto se suma su forma de trabajo. Gran parte del día lo dedica a reuniones individuales con los ingenieros, donde surgen ideas y se solucionan problemas. Adrian prefiere la interacción directa sobre las reuniones multitudinarias, porque es ahí donde la creatividad y la innovación encuentran su espacio. La curiosidad es, según él, el motor de la excelencia, el poder preguntar, probar, equivocarse y aprender.
En Aston Martin son conscientes de que tienen algo especial. La experiencia y la intuición del creado, sumadas a la sensibilidad y capacidad de Alonso, pueden convertirse en la combinación perfecta para afrontar uno de los cambios técnicos más grandes de la Fórmula 1 reciente. Si alguien puede exprimir un monoplaza casi nuevo desde cero, esos son ellos.
