Después de un verano convulso con Álvaro García vuelven a sonar las sirenas de su salida del Cádiz, el último en incorporarse a la puja es un equipo italiano, al parecer enviados del Napoli fueron acreditados en el último encuentro de casa que jugó el equipo amarillo ante el Córdoba y que el extremo marcó dos goles para llevar a los de Cervera a la victoria.
Cordero y Pina han dejado claro en varias entrevistas que el utrerano no saldrá del club si no es por el pago de la cláusula de rescisión que asciende a ocho millones de euros más impuesto, que llevaría a un precio total que rozaría los 10 “kilos”. A pesar de ello el miedo en la afición cadista a la pérdida del “11” se hace latente en las redes sociales.
Indudablemente ningún cadista quiere perder al jugador y se hace de locos pensar que algún equipo quiera pagar esa barbaridad de dinero por un jugador de LaLiga 1|2|3, aunque es indiscutible que empieza a quedársele pequeña, es un jugador que no está en edad de desarrollo, tampoco es un gran goleador, que al final es por lo que se pagan millonadas.
ANTECEDENTES
En la historia de la categoría de plata podemos buscar jugadores que han sobresalido de maneras en la categoría de plata y el caso más cercano en el tiempo por edad y boom deportivo ha sido el caso de Samu Saiz el cual el Leeds United el pasado verano pagó 3,5 millones de euros y solo la mitad de esa cantidad llego a las arcas aragonesas ya que el Atlético de Madrid tenía la mitad de sus derechos. De esos casi dos millones de euros ingresados solo fueron gastados 400.000 en la incorporación de la joya de la Cultural Leonesa, Gallar.
El jugador más caro de la historia vendido en la Segunda División fue el de Florín Andone que llegó la pasada temporada por una cantidad desorbitada de cinco millones de euros que percibió el Córdoba, el rumano con dos años menos que Alvarito y con 21 goles, segundo máximo goleador de la categoría, se convertía en nuevo jugador del Deportivo de la Coruña.
Ojalá Álvaro García se quede en el Cádiz Club de Fútbol, no esta temporada, sino muchas más, y todos sus sueños deportivos se cumplan con la zamarra amarilla. Pero la realidad de todo esto es que si algún equipo está después a pagar la semejante salvajada de dinero por la estrella de mi equipo ¿Qué sucedería? Pongámonos en una temporada apocalíptica: esa catarsis acabaría con un equipo en Segunda división y afrontando la temporada siguiente con ocho millones de euros y uno de los mejores directivos deportivos del panorama nacional. Y todo esto sin hablar del tema institucional: olvidamos que el Cádiz sigue debiendo mucho dinero, que todavía no ha salido del atasco del concurso de acreedores, parece cosa del pasado, pero todavía sigue arraigado en nuestras entrañas.
La realidad es que si esta salida se hace por la vía súbita es que yo tendré cero miedos y ocho millones de nuevas razones por las que seguir creyendo en una entidad más grande. Ojalá vendamos muchos Alvaritos en años venideros, eso será indicativo que el Cádiz Club de Fútbol seguirá donde todos sabemos que merece.
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