El derbi ‘nos pone’

El gran partido de Asturias, en su cuenta atrás

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El derbi, nuestro partido. Hay encuentros que quedan marcados en la memoria de las personas, sean de donde sean. Un ejemplo son las finales de las Eurocopas de 2008 y 2012 o el momento en el que España levanta la Copa del Mundo en Sudáfrica. Partidos épicos, enfrentamientos que hacen historia. Una ciudad dividida por la Champions o millones de personas frente al televisor viendo a los dos mejores equipos del mundo enfrentarse. Sin embargo, hay otros partidos que, aunque no sean tan relevantes a nivel nacional, hacen que una región entera se detenga y divida durante noventa minutos. Asturias se paralizará cuando el balón eche a rodar en el Tartiere.

Hay muchas ganas de derbi. Porque ya nos ‘robaron’, de alguna manera, el derbi de ida. Existen dos días para fijar un encuentro así. Y sí, me dirán que se puede de viernes a lunes, pero el partidazo de la jornada siempre es o sábado o domingo. Por lo tanto, 48 horas. O 2.880 minutos, o también 172.800 segundos. Todo este tiempo para buscar un horario que no coincidiese con otro de los grandes atractivos de la región: la subida a L’Angliru. Una ascensión que arrancaba a las cuatro y concluía a las seis de un sábado 9 de septiembre. Y aún sabiendo eso, nadie sabe cómo, la gran idea fue colocar el derbi ese mismo sábado a las seis. Es decir, o una cosa o la otra.

Pero esta vez podemos estar tranquilos. Porque solo hay derbi, en Oviedo, en el Tartiere. Y para nosotros, los oviedistas, el destino ha sido un poco caprichoso. El temporal que azota a la región hará que el verde del municipal ovetense no muestre su mejor aspecto. La nieve y las fuertes lluvias serán el gran obstáculo para disfrutar de una tarde perfecta. Aunque, si lo piensan, suena hasta paradójico. Que se vaya a jugar en el barro. De donde venimos, de nuestra historia más reciente de la que algunos se han burlado hasta pedir, hará más o menos cinco meses, una rivalidad sana. Claro.

Pese al temporal, lleno total

Porque incluso la lluvia y el frío no frenarán a la marea azul, la auténtica, en su afán por darles calor a los suyos desde el hotel. Un paseo que se hará muy especial hasta que el autobús comience la bajada al Carlos Tartiere. Ahí ya será más increíble si puede serlo. Aún recuerdo aquel “que viene que viene” de la plantilla que ascendió al equipo en 2015 cuando se disponían a acceder al Tartiere. Centenares de seguidores transmitieron a los suyos lo que significa este escudo. El domingo será aún mayor. Porque, aunque no sea un ascenso, es el mejor partido para todos nosotros.

Y una vez dentro nos vamos a hacer notar. Desde que el speaker anuncie a Alfonso, Diegui, Carlos, Forlín, Christian, Mossa, Folch, Rocha, Aarón, Saúl y Linares o Toché más los integrantes del banquillo. Porque el Tartiere siempre hace gol en esta clase de partidos. Cuando el equipo más lo necesita ahí están ellos. Dejándose la voz, animando sin cesar. Sucedió ante el Almería, con el equipo por debajo y el Tartiere volcado, el resultado fue la remontada. Nadie sabe lo que pasará el domingo, aunque ya se conoce que habrá más de 28.000 locos dejándose el alma por su equipo. ¡Vamos Oviedo!

 

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