Jenkins anotaría la primera canasta del Khimki sin el sello de Shved. Tardarían 11 minutos en hacerlo los de Bartzokas, que no encontraban la manera de percutir el aro cajista sin el genio ruso. Precisamente fue la salida del escolta lo que reactivó a su equipo, que volvió a igualar con cinco puntos más (23-23). Plaza apostó por Soluade, que no lo pudo contener, pero que se mostró participativo en el ataque español, si bien le pesó el partido.
El Unicaja volvió a tirar de defensa, provocó tres pérdidas en el segundo cuarto de Shved, y volvió a sacar ventaja de las contras. Una preciosa canasta de Milosavljevic fue seguida de un nuevo triple de Waczynski para cerrar de nuevo el 2º cuarto (31-39), alcanzando la máxima del partido justo cuando se acababa la primera mitad.
La primera parte acabó con una bajísima anotación (9-11 para Unicaja) y con un paupérrimo porcentaje de tiro desde la línea de 6,25. 2/13 por parte del Khimki, 4/14 por la de los malagueños.
Plaza y sus jugadores habían controlado bien en ataque al Khimki, que sólo era capaz de anotar por la vía de Shved (17 puntos en la primera mitad). Eso cambiaría nada más empezar el tercer cuarto, con James Anderson cogiendo la ametralladora. Cinco puntos consecutivos del ex del Zalgiris reengancharon a los rusos, que estaban a tiro de empatar.
No se volvió loco el conjunto malagueño, que sabía que tenía que tirar de la defensa para llevarse el partido de Moscú. McCallum cogió las riendas del ataque. Se espera mucho del norteamericano tras la baja de Nedovic y respondió con penetraciones rápidas. Encontró también a Augustine, desaparecido hasta el momento, y el Unicaja respiró (42-52).
No conseguía el Unicaja despegarse en el marcador y el Khimki se mantenía en él gracias a la rapidez con la que el conjunto malacitano entró en bonus y el acierto de los rusos desde la línea de tiros libres (49-55). El cuadro ruso noqueó al malagueño, que con la entrada de Mo Soluade perdió fuelle ofensivo. Entró en barrena el Unicaja, que se vio de nuevo con el agua al cuello (55-55; 57-57).
Ahí, de nuevo, volvió a aparecer James Augustine, el único hombre de los malagueños que conoce bien las canastas del Khimki y el más solvente en el cuadro de Los Guindos. Dos tiros libres de McCallum podían haber puesto el primer tornillo a la victoria malagueña, pero el americano, ciertamente errático en las decisiones finales, falló los dos lanzamientos que hubiesen puesto al Unicaja a ocho puntos.
Se creció el Khimki con esos errores, y lo hizo de la mano de Shved, quien si no. Todos sus compañeros le buscaban a él para que acabase las jugadas. Un nuevo triple del ruso era contestado por Waczynski, pero ahí se acabó la inteligencia del Unicaja, que todavía tiene que dominar las situaciones de finales apretados. Honeycutt dominó el rebote, tanto el ofensivo como el defensivo, hundiendo a los de Plaza. McCallum se volvió a equivocar, no encontró espacios y se estrelló una y otra vez contra la defensa rusa, provocando la última opción del Khimki con la canasta final, tras palmeo, de Gill. Nadar para acabar muriendo en la orilla.