La jornada 27 de la Liga Santander enfrentaba un derbi valenciano con muchas urgencias para ambos equipos. El Villarreal necesitaba puntuar para salir del descenso y confirmar la mejoría alcanzada en la Europa League (que funciona como trampolín anímico para el equipo). Por parte del Levante, sus últimas derrotas consecutivas con polémica en el VAR crispaba los ánimos de un club que, de ganar, se alejaba del descenso a 10 puntos.
Monólogo granota
La primera parte fue un absoluto monólogo de los hombres de Paco López. El Villarreal, no por desmérito suyo, no era capaz de enlazar acciones ofensivas con peligro y, de hecho, nada hicieron sus delanteros en los primeros 45 minutos -y parte de los segundos-. Aunque ambos conjuntos utilizaban defensa de 3 más 2 carrileros, solo los granotas sabían romper el entramado defensivo planteado.
El 0-0 que se plasmaba en el marcador quizás no hacía justicia por lo visto en el verde. El Levante dejaba jugar a los centro campistas amarillos, pero, una vez en campo contrario, la presión se acrecentaba y las galopadas de Morales cobraban protagonismo. Sin embargo, la piedra angular sobre la que se edificaba el conjunto valenciano era Rubén Rochina.
El valenciano rompía las líneas de presión visitantes con asombrosa facilidad. Cobraba las faltas, las provocaba, calmaba el partido cuando lo necesitaba su equipo… Además, marcó un golazo que subió, momentáneamente, al marcador, pues el VAR lo anuló tras un ajustadísimo fuera de juego previo. El descanso sabía a poco para el Ciutat, que estallaba en gritos contra el estamento arbitral.
El Villarreal despierta
El descanso sentó bien al Submarino. No fue una mejora abismal, pero sí significativa. Y el hecho diferencial entre una parte y otra fue el control del balón de los centro campistas. Se bajaron las pulsaciones y el juego evolucionó hacia una calma que beneficiaba el plan de ataque de Calleja, aunque éste no llegó a funcionar en todo el partido.
Ninguno de los dos equipos era capaz de crear peligro. El juego transcurría en el centro del campo por virtud (y desgracia) del Villarreal. Querían defender con la posesión, pero eso no significaba mordiente ofensiva pues solo Toko Ekambi tiraba desmarques que abrían el campo. Calleja se sabía inferior al no haber rematado con peligro a puerta. Y para eso dio entrada a Chukwueze, que a la postre certificaría el triunfo visitante.
Minutos finales de infarto
Los últimos 10 minutos del encuentro fueron un auténtico correcalles en el que cualquiera se hubiera podido llevar la victoria. La más clara la tuvo el Levante con un remate que se paseó paralela a línea de cal, pero fue el Villarreal quien golpeó y consiguió la victoria. El por qué de la entrada de Chukwueze y Miguelón muestra la idea que Calleja tenía en la cabeza: buscar la verticalidad y las contras.
El nigeriano provocó tarjetas e inquietó tímidamente inicialmente, pero en el minuto 93 condució una contra perfecta que Iborra sirvió en bandeja a Toko Ekambi. No contento con eso, el 0-2 fue una obra de arte que se coló por la escuadra derecha de Aitor. Era el minuto 96 y el Villarreal certificaba una victoria agónica y celebrada ámpliamente por los jugadores. El Levante se va sin premio y con el fantasma del descenso cada vez más cerca.