El deseo de ganar debe primar sobre el miedo a perder

La actuación, o más bien el resultado, ante el Deportivo confirma el ambiente enrarecido que ya se podía intuir tras la derrota en Huesca entre la afición rojiblanca

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Una semana más, el Sporting de Jose Alberto López no es capaz de mantener la ventaja en el marcador. Algo que provoca que se escapen otros dos puntos. En esta ocasión no fueron actuaciones arbitrales las que obligaron al equipo a hundirse en su área, ya que esta vez se acabo en igualdad numérica. Pero la actuación en los últimos diez minutos y los cambios no ayudan a mantener un espíritu positivo.

Los equipos de José Alberto López a lo largo de su trayectoria siempre tardan en romper a jugar, pero cuando lo hacen son como un reloj suizo.

Esta vez la responsabilidad fueron las decisiones del entrenador. Que sino directamente, de manera implícita, obligaban al equipo a regalar metros al Deportivo. El equipo de Anquela quiso ser protagonista del encuentro y el Sporting se lo dejó en bandeja. No ejerció una presión muy alta y con una línea de cuatro en el medio del campo, muy endeble por el perfil de Manu García, que además fue incapaz de ayudar correctamente a Damián en tareas defensivas.

Por primera vez en la temporada el Sporting mostró un claro 1-4-4-2. Es la vuelta al muy típico esquema de José Alberto López la temporada pasada, pero radicalmente distinto en cuanto al estilo. Si la temporada pasada se buscaba el envío directo y largo, ahora se busca una salida de balón más limpia para generar fútbol. Un estilo mucho más reconocible al que mostró en el filial y le llevó al primer equipo. Sin embargo el Sporting sólo es capaz es mover el balón de manera fluida en su propio campo, generando muchas ventajas con Manu García recibiendo entre líneas.

Como consecuencia de ello, el Sporting solo es capaz de dominar con balón en campo propio. Es difícil aún saber si es por decisión del entrenador o por falta de automatismos. Si es por lo segundo, la afición puede estar tranquila. Los equipos de Jose Alberto López tardan en romper a jugar como nos demostró su trayectoria en el Covadonga, su primer año en el División de Honor juvenil y su primer y tercer año en el filial. Pero siempre acaban funcionando como un reloj suizo.

El deseo de ganar lo catapultó al primer equipo y si quiere continuar a su frente, no se le debe olvidar eso.

Pero, si por el contrario es por decisión del entrenador, es mejor que acabe su etapa en el banquillo. Por drástico que suene, para que un proyecto funcione en Gijón debe ser valiente. La afición rojiblanca no casa con entrenadores que pierdan por “cagones“. Rubén Baraja y Paco Herrera cavaron su tumba el día que decidieron que su equipo jugaría colgado del larguero todo el tiempo que hiciera falta. Porque un día salga mal aguantar el resultado nadie pedirá un cese, pero el ovetense ya ha pecado de lo mismo en anteriores ocasiones.

El miedo a perder le está pesando más que el deseo de ganar. Algo que es irrenunciable para triunfar en Gijón. Ese deseo fue el que le catapultó al primer equipo y si quiere continuar en él, no se le puede olvidar.

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