El renacimiento de Cazorla

El veterano jugador ha roto los moldes de la edad y ha superado todas sus lesiones para firmar una de sus mejores temporadas

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Diciembre de 2013, Ginebra. Santi Cazorla se marcha lesionado de un España-Chile con una fisura en el hueso de su tobillo derecho. No se podía prever entonces, pero el calvario con las lesiones del entonces jugador del Arsenal acababa de empezar. El asturiano  (Lugo de Llanera, 1984) convivió con calmantes, fisioterapeutas y su propio dolor durante dos temporadas, a un nivel altísimo y afianzado en la titularidad con Wenger. Tras esas dos temporadas, en diciembre de 2015 Santi Cazorla pasa por quirófano tras torcerse el ligamento externo de la rodilla izquierda. Es la primera intervención a la que se somete en el Arsenal, y no sería la única. Como dicta el proverbio popular, «las desgracias nunca vienen solas», y tras superar la lesión de rodilla, el tobillo dijo basta a finales de 2016.

Una intervención tras otra, salvando gangrenas y heridas que no cicatrizaban. Hasta un total de 8 que le dejaron un tobillo maltrecho y el sueño de proseguir con su carrera en eso, un mero sueño muy lejano. «El médico me dijo que si volvía a caminar por el jardín con mi hijo, me diera por satisfecho» fueron sus propias declaraciones a Marca, que dieron la vuelta al mundo y dejaron en una utopía volverlo a ver vestido de corto.

Nadie en su sano juicio podía adivinar en julio de 2018 que Santiago Cazorla, campeón de dos Eurocopas, sería otra vez protagonista en un equipo de primer nivel. Entrenó ese verano con el Villarreal, y tras superar pruebas físicas, fichó por el ‘Submarino’ cerrando un ciclo de 7 años alejado del club castellonense. Parecía que era un favor impagable el darle otra oportunidad a un histórico jugador del club, pero el tiempo transcurrido muestra otra perspectiva. En contra de lo que dictaba lo razonable, Cazorla fue en la campaña 18/19 el segundo jugador que más participó en los goles del Villarreal. Con sus 7 goles y 11 asistencias, contribuyó un 21’7% en los goles de su equipo. En uno de cada 5 goles participó el ex del Arsenal, que volvía a ser protagonista en un terreno de juego 3 años y 9 operaciones después.

Cazorla rompió los precedentes, pero no solo se quedó en eso. La pasada temporada la ha sobrepasado con creces en esta edición 19/20. El centrocampista se ha convertido en el jugador que más participa en los goles del Villarreal, y pasa del 21’7% al 32’75%. Es decir, de ser partícipe en uno de cada 5 goles a serlo en uno de cada 3. Con sus 12 goles (y con la temporada aún por reanudarse) ha igualado su mejor campaña goleadora, la 12/13, pero con 20 partidos jugados menos que entonces. De hecho, si comparamos a Cazorla con el máximo participante en goles de cada uno de los equipos de primera división, se obtiene que el asturiano es el octavo jugador que más participa en sus respectivos equipos. Eso sí, lejos de los registros de Lucas Pérez o Leo Messi, que firman uno de cada dos goles de su equipo.

Además, en la actual temporada el centrocampista ha firmado el mejor registro de su carrera en cuanto a participación de gol/minuto. Cada 115 minutos, Cazorla participa en un gol del Villarreal; que rebaja aún más los 173 minutos que registró en la pasada temporada, que supuso su 5ª mejor marca y mejoró las increíbles marcas cosechadas entre 2010 y 2015, que bordeaban el gol cada 200 minutos.

Estas dos marcas vienen condicionadas directamente por los minutos jugados, pues la temporada 18/19 Cazorla jugó menos de lo cabría esperar en 46 partidos. En un símil, en la temporada 13/14 Cazorla sumó 513 minutos más que en la 18/19 a pesar de jugar los mismos partidos, signo inequívoco de cómo fueron repartiendo minutos para controlar esfuerzos.

Esta temporada Cazorla y su Villareal solo han disputado dos competiciones oficiales, y las eliminatorias de Copa eran a partido único. Los partidos y minutos jugados han descendido sin que los registros ofensivos se hayan visto comprometidos. Sin contar las temporadas en las que estuvo lesionado (09/10, y 15/16-16/17-17/18) y la de su debut, la 19/20 es la segunda temporada en la que menos partidos y minutos ha completado en su carrera, a expensas de lo que se decida sobre la continuación de la liga. De continuar, a Cazorla le restan 11 jornadas para seguir ampliando sus registros pudiendo conseguir su campaña más goleadora a la edad de 35 años. 

El centrocampista se ha erigido esta campaña como el pilar fundamental sobre el que el Villarreal se sustenta. Ofensivamente, el asturiano ha firmado una campaña histórica a título personal y jamás tuvo tanta incidencia en los goles de su equipo. Si bien es cierto que ha habido temporadas en las que marcó y asistió en más ocasiones, sobre el total de goles de su equipo su importancia decrecía en comparación a la actual. Sin embargo, la carrera de Cazorla no destaca por su olfato ofensivo, puesto que ha sido un pasador excelente, capaz de retener el balón y darle continuidad al juego de su equipo. Un futbolista total cuyo dominio de ambas piernas le ha permitido acelerar o detener el juego, y hacer crecer las jugadas en torno al dominio del balón.

En este contexto, sobre Cazorla se ha construido un equipo que juega con él como timón. Es el tercer jugador que más pases da por partido, solo por detrás de Pau Torres y Albiol, defensas titulares que registran más pases pero en zonas menos arriesgadas. El centrocampista realiza 47 pases por partido con una efectividad en el pase de 84’6%, segundo solo por detrás de Trigueros, que registra un 88’4% pero que da solo 34 pases, 13 menos que Cazorla. Estos datos transmiten la importancia que tiene el centrocampista en el sistema ‘groguet’ a la hora de construir jugadas. No solo pisa el área con peligro, sino que da sentido a la jugada cuando la construye desde atrás.

Por lo referido a los altísimos porcentajes de efectividad en el pase, Cazorla siempre ha evidenciado una capacidad innata para discernir las mejores opciones con las que dar ventaja al compañero. Sobre los datos obtenidos, Cazorla jamás ha bajado del 80% e incluso ha llegado a picos del 90%. En estas dos últimas temporadas, y a diferencia de lo que cabría esperar tras su inactividad, sus porcentajes están a la altura de sus mejores temporadas. Como si el tiempo no hubiera pasado por sus botas y su cabeza.

La enorme diferencia que se vislumbra claramente expresa los pases por partido que Cazorla ha dejado de hacer. El contexto de un jugador lo es todo: desde la forma de jugar del equipo hasta la calidad de los compañeros. En consecuencia, el Villarreal actual tiene unas consignas diferentes al Villarreal del 2011 con Bruno o Borja Valero, o al Málaga del 2012 cuando fue líder de cualquier estadística de su equipo excepto en la de goles (segundo tras Rondón). El contexto de cada equipo ha influido de manera directa en sus estadísticas: cuanto más protagonismo ha tenido el centro del campo en su equipo, más importancia adquiere su determinación e influencia.

El equipo y sistema que más favoreció las virtudes de Cazorla fue el de Wenger. Con el francés, el asturiano completaba 50 partidos por temporada y registrando unas marcas únicas en su carrera. De hecho, jamás dio tantes pases ni con tanta efectividad en su prolongada carrera, para convertirse en ídolo total ‘gunner’. En sus 3 primeras temporadas, Cazorla se rodeó de grandes centrocampistas como Ramsey y Arteta y de un gran orfebre del balón como Mesut Özil. Calidad a raudales, en las que sobresalió el nombre del español, para conseguir dos FA Cup y dos Community Shield.

Nadie jugó más que él, y solo Ramsey en 13/14 superó sus dígitos tras su excelsa temporada. A pesar de las participaciones directas (relacionadas directamente con el total de minutos jugados), ofensivamente registró sus mejores cifras. En este sentido, el papel del centro del campo era vital para el sistema. Todos los centrocampista de los que se rodeó registraban unos altos niveles en cuanto a participación en el juego y su juego, en consecuencia, fluyó como nunca.

A estos datos cabe darles su contexto, pues era Arteta el ancla/jugador de inicio del Arsenal. Tocaba más que nadie el balón y en zonas menos arriesgadas. Por tanto, el papel de Ramsey, Ozil o Cazorla se caracterizaba por ser quienes recibían y dinamizaban las jugadas, entre líneas o bajando a recibir. La equidad entre tan altas cifras deja entrever la vital importancia del centro del campo, capital en los últimos años de Wenger al frente del Arsenal.

Fueron los años dorados del fútbol español. A Cazorla, líder del Arsenal y fijo en las convocatorias de la Selección, se le sumaban en Inglaterra Silva y Mata, jugadores capitales en Manchester y Londres. Cabía sumarle Xavi, Iniesta y Cesc en Barcelona, coincidiendo la élite histórica del fútbol español en una etapa trascendental e irrepetible. Una puesta en valor de la etapa más prolífica del fútbol español, esos ‘locos bajitos’ con aptitudes únicas e inmejorables que escribieron un capítulo único en la historia del fútbol, y algunos a sus 35 años siguen exhibiéndose jornada tras jornada.

 

 

*Este reportaje se ha realizado a partir de la información dispuesta por las bases de datos especializadas en fútbol Transfermarkt, SofaScore y WhoScored. Cualquier dato mencionado a continuación proviene, como mínimo, de una de las 3 bases.

1 comentario
  1. Guillem dice

    Muy buen análisis de este gran jugador

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