El destino quiso que dos viejos conocidos se encontrasen en la segunda jornada de la competición. Vicente Moreno se topó con su ex equipo en Cornellá. Un duelo marcado por su salida tan silenciosa que retumbó en todas las plantas de Son Moix y en todas las casas donde se disfruta el mallorquinismo. Un duelo con un mismo objetivo en cada bando; volver a la élite.
Después de la tensión que desprenden estos partidos en la previa, salieron los dos equipos con la intención de dominar. Los primeros golpes los propinaron los pericos, que con un Melendo activo intentaron acosar la portería de Manolo Reina, pero no llegaron a generar mucho peligro. Tras los primeros compases, el Mallorca se sacudió la presión del Espanyol y empezó a ganar peso en el centro del campo. Febas y Salva Sevilla cogieron el mando del encuentro. El leridano estuvo fino y llevaba el ritmo a su querer, pero sin mordiente. Ambos equipos imitaban a su rival y así se llegó al descanso.
Tras la pausa por obligación, el Mallorca salió con mucha más intensidad que los de Vicente Moreno. Los mallorquinistas ganaron todas las segundas jugadas, los rebotes y con la pelota imprimía una velocidad más. Con el paso de los minutos, el Espanyol entraba un poco en período de ansiedad, por lo que supone perder los primeros partidos en casa.
Dentro de ese período de nervios, Marc Roca fue expulsado por un codazo sobre Dani Rodríguez, a partir de ahí, Moreno empezó a valorar el punto como algo positivo. De hecho, Mboula, el nuevo fichaje, tuvo el gol de la victoria, pero se le apagó en la luz a la vez que se le alargaba la carrera delante de la aparición de Calero.
Noventa minutos de reencuentro que se resolvieron con un empate donde Vicente Moreno no pudo verse reflejado en el terreno de juego. El Mallorca de Luis García fue mejor, pero evidenció que falta alguien que marque las diferencias en la zona ofensiva. Reparto de puntos, pero con más buen sabor para el Mallorca.