Con el final de 2020 se cierra una década que para el CD Castellón ha sido la peor de su historia, estando a punto de desaparecer, pero en la que ha logrado superar los graves problemas económicos e institucionales que ha sufrido para poder regresar a Segunda división tras el ascenso conseguido este año, sin duda el mejor de los últimos diez
La década 2011-2020 ha llevado al Castellón a sortear la desaparición y a militar, excepto los últimos meses, siempre fuera del fútbol profesional, bien en Segunda B o bien en Tercera división donde permaneció seis temporadas.
Unos años en los que las decepciones se acumulaban una detrás de otra, con numerosos dirigentes que acrecentaban la crisis que atravesaba el Castellón. Ello propicio una sentada de los jugadores del Castellón en marzo de 2011, cuando militaba en Segunda B ante el Benidorm, para protestar por los impagos. Al final de esa campaña el equipo bajaría a Tercera por la vía administrativa y como consecuencia de no hacer frente a las nóminas de sus trabajadores.
En febrero de 2012, la plantilla convocaba y ejecutaba una huelga. Los jugadores no se presentaban a jugar ante el CD Llosa, también porque no cobraban sus emolumentos. Cerca estuvo de haber aquella temporada una segunda incomparecencia que habría supuesto el descenso y presumible desaparición de la entidad. Finalmente, afición y jugadores lo evitaron.
La afición fue la que no quiso dar la espalda a su club, al CD Castellón y se movilizó para que la inercia con la que se conducía el club no acabara con su desaparición.
Todo hasta que junio de 2017, momento en el que David Cruz, el entonces presidente, vio cómo se quedaba solo por su gestión debido a los retrasos en el pago de nóminas; la crispación y enfrentamiento de éste hacia afición, empleados, medios de comunicación fueron una constante… incluso con las instituciones.
Ese era el instante en el que cambiaría el rumbo de la historia reciente para el CD Castellón. Un grupo empresarial encabezado por el hoy presidente, Vicente Montesinos y los futbolistas Ángel Dealbert -hoy director deportivo- y Pablo Hernández -actualmente en el Leeds United-, se hicieron con el control accionarial.
En su primera temporada lograban el ascenso a Segunda B y el récord de abonados en un equipo de Tercera división con un total de 12.701. Tras el ascenso, daban un paso a un lado y cedían el control a José Miguel Garrido, quien un año después se vería obligado a devolver el club al grupo de Montesinos por la gestión que había realizado y que estuvo a punto de llevar al Castellón a un nuevo descenso.
Tras este paréntesis, el Castellón volvió a ser controlado por un grupo de castellonenses y aficionados, como Montesinos, Dealbert y Pablo. Ellos mantuvieron su confianza en Óscar Cano que había evitado que el Castellón bajara de categoría y éste se lo devolvió haciendo que el equipo en la campaña 2019/20 finalizara en lo más alto de la clasificación hasta que la liga en el grupo III de Segunda B tuvo que concluir anticipadamente por la pandemia de la covid-19.
Cuatro meses después del parón y sin haber disputado ningún encuentro preparatorio, el Castellón afrontó una promoción de ascenso que le devolvería al fútbol profesional al imponerse en la tercera eliminatoria, tras acudir a la repesca al no haber ascendido en su primera oportunidad. Venció 1-0 a la UE Cornellà, con un gol de Juanto Ortuño, que posibilitaba una década después del regreso del equipo albinegro a Segunda división.
Sin tiempo para poder asimilar el éxito ni en condiciones para celebrarlo por las condiciones sanitarias, el Castellón confeccionaba en verano una plantilla que busca la permanencia en la categoría de plata. Tras una primera parte de campeonato irregular, el Castellón se sitúa fuera del descenso, es decimoctavo con 19 puntos, pero igualado con los puestos peligrosos.