El Real Unión ahonda en la herida del Racing

El Real Unión se llevó el partido pendiente desde la jornada nueve en los Campos de Sport de El Sardinero. Los irundarras vencieron en el coliseo cántabro agravando mucho más si cabe la crisis racinguista, done Aritz Solabarrieta, sustituto en Navidad de Javi Rozada, no es que no haya logrado vencer, sino que suma ya tres encuentros que no ha sumado un solo punto. Esto agrava la crisis racinguista al extremo ya que le deja en una comprometida zona clasificatoria de pelear por no caer a lo que será Tercera División RFEF.

Por su parte el Real Unión se engancha, como cuarto clasificado, pero empatado con el tercero, el Sanse, a la parte alta. Aspira a poder entrar, no solo a lo que será la Primera RFEF, sino a incluso colarse en la zona para pelear ascenso a LaLiga SmartBank. Los de Aitor Zulaika fueron mejores y más efectivos ante un Racing que pudo incluso encajar un resultado mayor en el primer tiempo, donde se vieron totalmente desbordados.

Porque los irundarras ya avisaron al poco del inicio. Borja Viguera a portería vacía fue incapaz de resolver, perdiendo una ocasión magnífica para adelantar a los suyos. Esa ocasión hizo despertar al Racing que durante unos minutos pareció hacerse con el control y el dominio del encuentro. Soko y Álvaro Bustos, que se encontró con el travesaño a los veinte minutos, eran dos de los mejores del cuadro local.

Pero pronto todo empezó a desmoronarse como un castillo de naipes cuando se le quita la base. El Real Unión volvió a hacerse con el control del partido, dándole pausa y no dejando correr al su rival. Éste robaba y en una de esas Balboa tuvo la última de los cántabros. Porque el último tramo del primer tiempo fue de los irundarras. Éstos lograron parar el partido y llevarlo al terreno que querían y golpear, no solo fuerte, sino doblemente.

Se adelantarían a balón parado en un córner que no solo estuvo mal defendido, sino en el que Iván Crespo sale mal para permitir a Elosegi cabecear a placer al fondo de la red. Pero no se quedaría ahí el problema cántabro, pues solo cuatro minutos después Madrazo gana la espalda de toda la defensa racinguista, lenta y inoperante, para controlar, encarar, regatear y casi sin ángulo batir a Iván Crespo. 0-2 y sonidos de viento en los Campos de Sport.

En el descanso Aritz Solabarrieta buscaba la reacción de su equipo, Sacó a Figueras -señalado especialmente en el segundo gol irundarra- y Cejudo para dar entrada a Óscar Gil y Jon Ander. Y apenas un minuto le pudo dar la razón, pues el delantero vasco forzaba un penalti. Balboa lo lanzaría para meter al Racing en el partido pero lo mandaría muy alto.

El Racing acusó el penalti fallado porque durante unos minutos fue casi incapaz de crear peligro. Solo la entrada de Cedric y el tesón de Álvaro Bustos le dio algo de punch en ataque. El asturiano pudo marcar el 1-2 de falta directa, pero el balón se fue al poste. También pudo llegar el 0-3, pero Borja Viguera definió mal en un remate tras una falta lateral. Ese gol hubiese cerrado el partido, pero dio pie a que el Racing se metiese con un buen cabezazo de Cedric a centro desde la izquierda que no pudo detener Irazusta.

Ese gol parecía prometer un cuarto de hora final, cuanto menos, con emoción. Más cuando Aitor Zulaika quiso oxigenar a su equipo metiendo una línea de tres atrás ante un Racing cada vez más volcado. Pero el balón parado volvió a ser la condena racinguista. Al 83′ de partido, Iván Pérez remata casi con la espuela un córner al primer palo y el balón se cuela entre Iván Crespo -partido de lo más desafortunado el suyo- y el palo. 1-3 y partido visto para sentencia, porque el Racing lo buscó, pero ya no lo encontró. Pudo maquillar con un segundo gol el marcador en el añadido, pero Ferrol Muñiz lo anuló por fuera de juego.

El partido se acabó con una pitada de las que hacía años no se oían en Santander. Pitos a la plantilla, pero también hacia el palco. El descontento de la parroquia cántabra con todo lo que rodea a su equipo empieza, no solo a ser preocupante a nivel de juego, resultados y clasificación, sino a nivel social, donde la confianza de toda la institución con la afición está muy erosionada.