Han tardado en el Racing. Mucho. Incluso más de lo que el más pesimista se imaginaba. Pero ahora el Racing sí se parece al equipo que se ‘vendió’ en pretemporada y que, como recién descendido, muchos esperaban. Sin embargo el como se ha llegado hasta aquí habla mucho y poco bueno de los rectores en materia deportiva del club. Aun así, a ellos también hay que reconocerles cierta cintura para saber reconducir el ‘cristo’ que ellos mismos habían montado.
Para ello se tuvieron que ‘cargar’ a su entrenador predilecto y traído a uno de escaso bagaje y que no ha salido, seamos sinceros, como esperaban. No ha sido como esperaban porque en el club se quería jugar de una manera (los famosos e innegociables dos delanteros) y cuando Solabarrieta ha visto que así no se iba a ningún lado ha sabido modificar y optar por sus ideas. Algo en lo que ha tenido mucha importancia el factor Riki Rodríguez.
El asturiano llegó entre dudas de si era un fichaje necesario por jugar en un puesto donde estaban Cejudo y Pablo Torre. Pero apenas uno o dos partidos convencieron a la parroquia racinguista, que adoptó la postura de «los buenos, a jugar». Y claro, Riki, para Segunda ‘B’, es un lujo. Sobre todo si le rodeas de otros ‘jugones’ como los que se supone que venía a tapar.
Se ha dicho muchas veces que no siempre por jugar con más delanteros atacas mejor. El Racing ha acogido eso como un dogma. Aritz Solabarrieta ha sabido separarse de lo que sus jefes, los que le dieron una oportunidad irrechazable de hacerse un sitio en un mundo con tan pocas vacantes como es la de entrenador profesional de fútbol, le parecían imponer. Y gracias que lo ha hecho y ha cambiado. Por lo menos en lo que respecta al Racing por ahora.
Eso sí, su nivel y capacidad aún están en evaluación. El futuro y lo que ocurra en la temporada dirá si cuando tenga que afrontar nuevos problemas o retos sabe salir igual de airoso sin un fichaje que le arregle gran parte del ‘problema’.