Decía José María García que el tiempo es un juez insobornable que siempre da o quita la razón, según convenga. Hace un par de semanas, Fran Escribà tomó la decisión de sentar a Edgar Badía y darle la alternativa a Paulo Gazzaniga. Una decisión sorprendente y que causó cierto estupor. Cuestionado tras aquel partido en El Sadar el técnico se defendió de las insinuaciones de que relevase al catalán, portero con más paradas de toda Primera División, Argumentó el cambio por el rival al que se medía y la estatura del cancerbero argentino para defender el constante centro lateral de Osasuna.
Su participación en aquel partido fue desapercibida. No tuvo culpa en los goles encajados y Fran Escribà lo mantuvo en el once. Frente a Valladolid y Levante lo cierto es que Gazzaniga ha sabido aprovechar su oportunidad. Se ha mostrado como un guardameta solvente y salvo contratiempo todo apunta a que acabará el curso como portero franjiverde. Fue una decisión notoriamente arriesgada por el arraigo que tiene Edgar Badía en Elche y en el Elche desde su llegada. Nadie olvida que a sus paradas se le debe gran parte del ascenso del curso pasado.
También hay que recordar que esta situación no es nueva en la portería del Elche. El año pasado Pacheta hizo lo mismo cuando de repente dio la alternativa a San Román para sentar a Edgar Badía. El portero alicantino estuvo tres jornadas en portería en el tramo final hasta que se le imputó un error en Anduva que volvió a hacer que el catalán asumiese la titularidad de nuevo hasta el final. Parece que esta vez será diferente y que el grado de satisfacción de Escribá con el cambio de portero en favor de Gazzaniga es notable.