Tras debacles previas, el Inter ya no es uno más en la UEFA Champions League. El performance de seriedad y resolutivo del subcampeón italiano confirma que han recuperado su gen competitivo en Europa. Barriendo sin titubeos (4-0) a un pobre Viktoria Plzen, anuló cualquier milagro orado desde Barcelona y certificó así su pase a la siguiente ronda por segundo año seguido. Aunque su concurso en la liguilla aún lo deben cerrar con broche de oro.
A ponerse el moño
Luego de un año, como si de un dejá-vú se tratase, el Giuseppe Meazza se alistó para vivir otra gran noche. Las cuentas eran claras para el Inter: ganar le abría las puertas al vergel celestial del fútbol mundial. De este modo, los de Inzaghi salieron en tromba hacia portería contraria y por ende, tal cual noche histórica frente al Shakhtar Donetsk, desperdiciaron ocasiones una tras otra. Lautaro, Acerbi, Dimarco (dos veces) y Mkhitaryan tuvieron opciones manifiestas de gol. El Viktoria Plzen asumió, por si cabe decirlo, este contexto. Aglomerando su área y fiándose de las paradas de Stanek, el campeón checo otorgaba demasiada permisividad para que su rival los asedie. El guion estaba claro; sin embargo, la balanza se equilibró por voluntad italiana. Aunque todo era parte del plan.
Los de Bilek, más ingenuos que valientes, compraron el engaño ‘neroazzurro’ para atacar. A campo abierto, el Inter, obviamente, tenía las de ganar por recursos y talento. Por más que Mkhitaryan, Dumfries y Dzeko no lo hacían ver así, y los defensores del Viktoria Plzen ponían el alma para bloquear cada tiro, la superioridad lombarda en las transiciones, duelos y bombardeos al área no podían ser contenidas siempre. Así las cosas, un enésimo centro de Dimarco dirigido para Dzeko fue cazado por Mkhitaryan llegando desde atrás (35′). Éxtasis y alivio tremendo en el lado negro y azul de Milán. Tras hacer lo más difícil, los locales se cansaron de fingir y tomaron las riendas para sellar su victoria. Y el encargado no podía ser otro que un Dzeko al que Dimarco regaló el gol debajo del arco (42′). Para citas importantes, el bosnio siempre exhibe jerarquía.
Noche perfecta
Encarrilada su clasificación a la ronda de dieciséis, el Inter manejo el tramite en el complemento. A lo mejor el duelo se pudo haber vuelto entretenido si Chorý mandaba su cabezazo a la red. Lastimosamente, el Viktoria Plzen mismo sabía quién era al verdadero protagonista en esta historia. Sea atacando en posicional o en transición, los locales pudieron sellar el envite (y su clasificación) de todos los colores posibles: Mkhitaryan sacó un trallazo que chocó con el palo y Lautaro se escabulló por su casa antes de que Stanek dijera presente. Construyendo por todo lo ancho, simplificando en largo hacia un Lautaro poderoso en los duelos o disparando desde la frontal, manejaron varias chances. Eso sí, el arco se abrió justo para que los norteños se den un festín por todo lo alto.
Volviendo a ganar el vivo dentro zona adversaria, Lautaro tuvo todo el tiempo y espacio del mundo para ayudar a Dzeko a firmar su doblete (66′). El tanto, para bien del espectador, desató la locura de un Viktoria Plzen que se mandó hacia adelante sin pensar en las secuelas. A su favor, que su oponente tiene la mira empachada. A pesar de que en el toma y daca, Dumfries, Correa y Barella casi logran poner la guinda, ese honor estaba reservado para el recuperado Lukaku. Falló una tijera previamente, mas que la calidad del belga sigue intacta quedó manifestada cuando fusiló a Stanek (87′). Apoteosis interista. No podía haber noche más perfecta para un Inter imperial que conserva su trono en la élite continental con completo mérito.
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