Míster Xavi: Crónica de una muerte anunciada

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Xavi Hernández anunció ayer su salida del Fútbol Club Barcelona, una vez concluya la temporada 2023/24. Un final atípico. Si bien previsible, comunicado de forma inesperada y en una rueda de prensa que inició con media hora de retraso.

“Me gustaría anunciar que el 30 de junio no seguiré como entrenador. Hemos estado hablando, como culé creo que la situación merece un cambio de rumbo, los jugadores juegan con demasiada tensión y lo mejor es irme. Ya lo tenía decidido hace unos días, pero creo que ahora es el momento. Pensándolo con mi mujer, con mi hermano, con el staff… con naturalidad. No quiero ser un problema para el Barcelona, es lo último que quiero ser. Creo que es una situación de sentido común. De pensar en el club, más que en mí. Quiero lo mejor para el club y lo mejor es que no siga el 30 de junio”.

Los resultados no engañan. El Villarreal, de capa caída y en franca decadencia, le endosó una manita al Barça en su feudo (algo que no sucedía en Liga desde hace más de 50 años), redondeando un mes de enero horrible para los azulgranas, que se vieron superados por el Athletic en Copa del Rey (4-2) y por el Real Madrid en Arabia (4-1).

Con esta derrota, el equipo se sitúa tan cerca de la sexta plaza como de la segunda y bien puede despedirse también del título liguero, pues se aleja ya a 10 puntos del líder. No es una distancia matemáticamente insalvable, pero sí contundente, más si cabe teniendo en cuenta que los culés aún deben visitar el Santiago Bernabéu, el Metropolitano, Montilivi y San Mamés.

En una situación tan drástica, plagada de malos resultados y peores sensaciones, y donde sólo una improbable Champions League puede evitar el ‘nadaplete’, cualquier entrenador habría sido cesado de manera fulminante. En este sentido, hay quien interpreta que se trata de un anuncio consensuado para ofrecer una salida digna a una leyenda que cogió a un grupo deprimido y lo llevó a ganar la Liga el pasado año.

Sin embargo, los motivos parecen responder a un enfoque pragmático asociado a la situación económica del club. Aunque el Barcelona cuenta con liquidez para asumir el finiquito de Xavi, su despido imposibilitaría la llegada de otro mánager de nivel para este ejercicio, dadas las limitaciones del ‘Fair Play Financiero’.

En este escenario, ya desde hace unas semanas ganaba enteros la opción de aguantar al técnico catalán hasta final de temporada y entonces rescindir su contrato, vinculante hasta 2025. Con la dimisión anunciada, el Barça incluso se ahorra parte del sueldo restante.

Otra posibilidad hubiera sido relevar a Xavi con efecto inmediato por Rafa Márquez, actual entrenador del filial. Si bien el técnico mexicano gana adeptos dentro del club (es representado por Jorge Mendes, quien mantiene una estrecha relación con la directiva) y no ha dudado en postularse, lo cierto es que sus irregulares resultados en la categoría de bronce no le avalan, al menos por ahora.

Parece lógico que, si nada se tuerce (como una cuarta plaza en serio peligro), todo seguirá su plan establecido. La temporada apunta a ser desierta y ya empiezan a sonar los primeros nombres para la nueva era, como el de Thiago Motta, técnico de vanguardia que ha ido creciendo en el ‘calcio’ hasta ofrecer un gran juego y buenos resultados en Bolonia.

Hansi Flick, que fracasó en la selección germana, pero fue artífice de un descomunal Bayern (crucificó a Setién con aquel 2-8 en Champions), también se deja ver en las quinielas. De hecho, la preparación física es una de sus grandes fortalezas y el Barça acumula demasiadas lesiones musculares.

Otro bávaro, Thomas Tuchel, quien precisamente dirige al Bayern, ha aparecido en escena. A pesar de su brillante currículum en Londres, París y Dortmund, no acaba de dar con la tecla en Múnich y su puesto corre peligro.

También es digno de mención el caso de Roberto De Zerbi. El actual técnico del Brighton, aguarda el salto a un grande tras destacar por su juego vistoso y atractivo. Incluso genera simpatía en la afición blaugrana por haber solicitado la cesión de Ansu Fati.

En redes sociales se ha clamado por el regreso de Luis Enrique o incluso por utopías como Guardiola o Klopp. De todos modos, aún es pronto para decidir e incluso algunos jugadores, como Sergi Roberto, le han pedido a Xavi que reconsidere su postura.

Síntomas, metástasis y fallecimiento

El caso de Xavi es, como hago referencia en el título, la crónica de una muerte anunciada. Desde un inicio, Joan Laporta, que siempre demostró tener un buen juicio para los banquillos, no estaba muy convencido, pero se resignó arrastrado por la presión popular y las facilidades que puso el propio técnico para aceptar el reto.

Lo cierto es que la trayectoria como entrenador de Xavi se resumía en tres años en el Al-Sadd de Qatar. Una breve etapa en un campeonato de menor nivel y ritmo que el europeo, si bien fructífera en la consecución de trofeos.

El cartel de ‘inexperto’ o ‘poco preparado’ se le colgó desde el primer día. En este sentido, su gran antecedente, Guardiola, había entrenado antes al equipo filial. También otros experimentos exitosos, como el de Zidane, habían pasado por una fase de maduración, primero como segundo de Ancelotti en el año de ‘La Décima’ y luego con varias temporadas en el Castilla.

Incluso tenemos ejemplos actuales, véase el de Mikel Arteta, que formó parte del cuerpo técnico de Guardiola en el City antes de triunfar en el Arsenal. O, aún más reciente, el de Xabi Alonso, que deslumbra a Europa con su Bayer Leverkusen tras haber pasado por la Real Sociedad B y el juvenil del Real Madrid.

A este respecto, en los primeros días en el cargo, las críticas abarcaron de igual modo a un cuerpo técnico de allegados sin gran experiencia. No obstante, la mejora de los resultados (incluido un 0-4 en el Bernabéu) acallaron a los escépticos.

Poco importó el ‘doblete’ obtenido por el gran rival dada la tendencia alcista del equipo. Los males de aquella temporada, como caer relegados a la Europa League, se le achacaron al trabajo de Ronald Koeman y a una plantilla insuficiente. En ese preciso instante se empezó a fraguar un clima enrarecido y una presión que, a la postre, sería difícil de soportar.

Las críticas implícitas de Xavi a los anteriores técnicos en rueda de prensa por su presunta incapacidad para aplicar el juego de posición, así como la reivindicación de la ‘excelencia catalana’, dieron como resultado feroces acusaciones de arrogancia y soberbia.

La verdad es que ni Koeman ni tampoco Valverde se habían caracterizado por ofrecer un juego vistoso. El holandés se las vio con un contexto muy desfavorable, en medio de una grave crisis institucional y sin hacer grandes fichajes. Se le reprocha un conformismo inaguantable, pero se le reconoce el haber promocionado a jugadores como Pedri, Gavi o Araújo.

Aparte, Xavi contó con una importante inversión en el mercado que no pocos consideraron precipitada. Quizá por una ola de populismo, por impaciencia o por la imperiosa necesidad de no perder caché en los contratos publicitarios, el Barça gastó más de 200 millones en nuevas piezas para la plantilla, previo expolio de activos del club, como futuros ingresos de televisión. Las famosas ‘palancas’ de Laporta, así como sus incumplidas promesas electorales, forman parte de otra historia, pero están intrínsecamente relacionadas con el hundimiento de Xavi y la ‘milanización’ del Barcelona.

Haciendo la vista atrás, la renovación de Ousmane Dembélé pareció de primeras francamente buena, pero el francés decidió marcharse más tarde a París por una cifra pírrica estipulada en su contrato. Incorporaciones como las de Ferrán Torres (55 millones y 10 en variables) o Raphinha (68 millones) le dieron un impulso a la plantilla, pero estaban claramente sobrepagadas.

Sin duda, el ejemplo perfecto es el fichaje de Robert Lewandowski. En su deseo por recuperar el prestigio perdido y vender camisetas, Laporta firmó al mejor de los años 2020 y 2021. Para ello, desembolsó cerca de 50 millones y le otorgó un sueldo ascendente al ariete polaco, que ya superaba la treintena. En sus primeros meses, sus goles no pudieron evitar el fiasco europeo en el grupo de la muerte, pero sí fueron clave para obtener el título de Liga, que tapó muchas vergüenzas (como el 0-4 merengue en Copa).

Inmersos en su segunda temporada, no son pocas las voces que critican su nivel y desean un traspaso a Arabia para amortizar el activo y liberar masa salarial. Cabe destacar que el declive del delantero, pasado un tiempo, era esperable, evidenciando los peligros de un cortoplacismo sin miedo a hipotecarse.

Xavi es víctima de esta situación: elevado el nivel de la plantilla, también creció de forma notable la exigencia. Ya no sólo se trataba de continuar con la línea ascendente, sino de rentabilizar un gasto quizá desmedido.

Llegaron por tanto los problemas. Sus alegatos de ‘paciencia’ dejaron de tener sentido y el juego rácano resultadista, así como el cambio de discurso, le hicieron perder credibilidad. El punto crítico llegó con el humillante repaso del Girona en Montjuic, no sólo por los 4 goles encajados y dejar atrás la segunda plaza, sino por verse sometido en juego y sensaciones. Los de Míchel recuperaron en campo contrario y disfrutaron de posesiones largas y efectivas, plasmando sobre el césped todo aquello de lo que Xavi presumía, pero era incapaz de aplicar.

El simbolismo de ver el ADN en manos del City Group resultó insoportable a ojos de cualquier culé. Era una realidad constatada que, aparte de Guardiola, había quien dominaba el estilo, pero ese no era Xavi. Ya no había excusas: un equipo sin estrellas mundiales y cuyo modelo hacía mejores a los futbolistas, se había mostrado superior en Barcelona y lo había visto el mundo entero. Desde entonces, el proyecto ya no fue el mismo, resultó herido de muerte.

Nadie sabe qué hubiera sido de Xavi de haber cuidado más su fase embrionaria, pasando antes por un equipo B o por el cuerpo técnico de un gran entrenador contrastado. O si, en su defecto, Víctor Font hubiera ganado las elecciones y aplicase una política de gasto austera, con menor presión deportiva, y un enfoque en la Masía.

Tampoco es posible pronosticar un futuro en el que Xavi regrese al banquillo en mejor contexto. Incluso uno más inmediato, teniendo en cuenta que el Barça sigue vivo en Europa y no pocos ‘zombies’ han ganado la Champions.

Sin embargo, parece evidente que el actual técnico catalán está más cerca de Pirlo o Lampard que de Pep Guardiola. Sin duda, todo el mundo le reconoce su brillante carrera en los terrenos de juego, que le llevó a convertirse, posiblemente, en el mejor futbolista español de todos los tiempos y la batuta de escuadras legendarias. Lo que pocos saben es que fue un jugador de explosión tardía, hasta los 27 no fue reconocido como uno de los mejores e incluso estuvo a punto de dejar el Barça.

Quizá la historia esté condenada a repetirse.

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