El escándalo que puede costar una Liga

Nadie en el Real Madrid comprendió la controvertida decisión de Gil Manzano que evitó la victoria blanca en Mestalla

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Minuto 98:17 de encuentro en Mestalla. En una de las últimas jugadas del encuentro, empatado a dos goles, Bellingham conduce el esférico hacia el área ché. La zaga local logra despejar el balón hacia el córner y el gesto de Gil Manzano es claro e inequívoco: es la última. Se apura Modric para lanzar, y la pelota es despejada de puños por Mamardashvili.

Corre ahora el minuto 98:34, y el rechace del meta georgiano cae sobre los pies de Brahim. Un dato importante, puesto que no ha habido cambio de posesión en la jugada y el esférico sigue siendo merengue. Brahim conduce hacia el pico del área, y Gil Manzano se lleva el silbato a la boca, pero no señala el final del encuentro.

Brahim se zafa de su defensor, y logra colgar un centro al área con dirección a un Jude Bellingham que la espera en el área pequeña. Es ahora el minuto 98:40, y cuando el esférico ya vuela en dirección al inglés, ahora sí, Gil Manzano señala el final del encuentro. Tan solo dos segundos después, el balón ya estaba en el fondo de las mallas. Pero no vale. El final ha sido decretado en pleno vuelo del esférico.

Habían transcurrido tan solo seis segundos en los que el colegiado tomó una decisión que nadie entendió sobre el terreno de juego. Gil Manzano, tras el rechace del portero ché, deja continuar una jugada que luego no dejará terminar. Un error grosero que hizo que los futbolistas del Real Madrid montasen en cólera ante lo incomprensible de la situación.

Todo el mundo sabe que el error forma parte del mundo del deporte, y, por supuesto, el error arbitral no iba a ser la excepción. No obstante, a causa de las circunstancias que rodearon este error, cuesta creer que fuese fortuito. El colegiado entiende que, al recoger Brahim el balón en la frontal del área, sin cambio de posesión de por medio, la acción forma parte de la misma jugada.

Precisamente por eso decide no pitar la primera vez que se lleva el silbato a la boca. Cuando sí lo hace es cuando ve que el balón toma vuelo hacia un Bellingham en posición ventajosa para rematar, prácticamente dentro del área. No señala el final del partido entre una jugada y otra, sino que interrumpe una jugada clara de ataque. Y es ahí donde se rompe la delgada línea entre el error y la prevaricación.

Si Gil Manzano hubiese determinado que la acción de Brahim formaba parte de una jugada diferente y hubiera señalado el final, nadie habría hablado de un error en su criterio. Tal vez hubiera sido un error, sí, pero nada más que eso. Sin embargo, la interrupción posterior da que pensar en el Real Madrid en lo que respecta a intereses externos en contra a que el conjunto blanco se marchase de Mestalla con los tres puntos.

Pero eso no es todo. Tras la dura lesión de Diakhaby, el tiempo de descuento fue de 7 minutos. No obstante, en el minuto 90:25, Hugo Duro resbala en el área tras una acción con Fran García, ante lo que Gil Manzano señala penalti. Los asistentes del VAR le llaman a ver la imagen, y rectifica su decisión, haciendo continuar el juego.

No obstante, el balón no vuelve a estar en juego hasta el minuto 92:50, por lo que el juego se interrumpe durante 2 minutos y 25 segundos. Esto significa que, de haber cumplido reglamentariamente los tiempos, el encuentro debería haber terminado en el 99:25, casi un minuto después del momento en el que señaló el final del encuentro mientras el balón volaba por el área ché.

Muchos se han hecho eco de la situación y hablan de un escándalo sin precedentes. Y es un escándalo, sí, pero no sin precedentes. La temporada pasada tomó lugar en la Liga una jugada prácticamente idéntica, con el Real Valladolid y el Sevilla como protagonistas. En esta ocasión, Ortiz Arias señaló el final justo después de que Escudero golpease un balón que terminaría entrando en la meta del Sevilla, no subiendo al marcador.

Ahora el Real Madrid se juega la Liga, pero entonces el Real Valladolid se jugaba el descenso. Y terminó descendiendo por tan solo un punto de diferencia. Un punto que hoy puede marcar la diferencia entre ganar la Liga o no, y que el año pasado costó al conjunto pucelano el descenso a Segunda División. Si se trata de errores humanos, la RFEF tiene que hacer introspección en lo relativo al nivel de sus colegiados. Si se trata de algo más que eso… El problema va mucho más allá de lo deportivo.

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