Fernando Alonso ha alcanzado su límite con el AMR25. El Gran Premio de Arabia Saudí en Jeddah ha sido el último ejemplo de una situación insostenible para el piloto asturiano, que, pese a su inquebrantable espíritu competitivo, no ha podido ocultar la frustración y el agotamiento físico y mental que le provoca el bajo rendimiento de su monoplaza. En una carrera que debía adaptarse mejor a las características del Aston Martin, Fernando Alonso terminó fuera de los puntos y dejando declaraciones que resumen a la perfección su estado de ánimo.
Alonso: «Empujar a este nivel no es sostenible»
La carrera en Jeddah no sólo fue una prueba de velocidad, sino también un test de resistencia física. Las altísimas temperaturas y el trazado urbano de alta velocidad exigieron el máximo de todos los pilotos. Pero en el caso de Fernando Alonso, el sufrimiento fue doble: no sólo por las condiciones, sino por tener que exprimir un coche que simplemente no está a la altura.
«Es una locura… comprobad entre las vueltas 22 y 27 y veréis lo que pasa«, dijo Fernando Alonso por radio a su ingeniero. Una frase tan cruda como reveladora, que expone hasta qué punto el bicampeón está conduciendo por encima de los límites razonables. El AMR25 no responde, y para mantenerse en la pelea, Fernando Alonso tiene que forzar más allá de lo sostenible.
La frustración fue creciendo a medida que la carrera avanzaba. “No puedo mantener este ritmo. Es una locura. El nivel de riesgo… es increíble. Empujar a este nivel no es sostenible”, soltó en otro mensaje por radio. Palabras que, viniendo de un piloto con 22 temporadas en la F1, suenan como una llamada de auxilio.
El AMR25 no da opciones
Las declaraciones de Fernando Alonso también dejaron claro otro de los grandes problemas del monoplaza: la gestión del DRS. Cuando su ingeniero le pidió que levantara para recuperar energía, su respuesta fue tajante: «No puedo hacerlo. Si pierdo el DRS estoy muerto«. Y eso fue exactamente lo que ocurrió. A pesar de haber contado con esa ayuda en la vuelta anterior, en la siguiente ya la había perdido. «No sé cómo he podido perder el DRS habiendo tenido DRS en la vuelta anterior», dijo, visiblemente molesto.
Perder el DRS significaba quedar expuesto ante otros pilotos con monoplazas más competitivos, como Liam Lawson o Isack Hadjar. Y ante ellos, Alonso tuvo que recurrir al límite una vez más, con un coche que no le permitía ni una mínima concesión.
Alonso pide mejoras en la fábrica
El balance tras cruzar la meta no fue más alentador. «Necesitamos que tres o cuatro coches acaben fuera de carrera para sumar un punto», lamentó. Alonso terminó 11º, igualando su mejor resultado del año, pero sin sumar aún en el campeonato. No es la primera vez que arranca una temporada con el casillero a cero: ya le ocurrió en 2015 y 2017 con McLaren-Honda. Pero incluso entonces, logró puntuar en la sexta o séptima carrera. Este año, ya van cinco sin recompensa.
Pese a todo, su carácter competitivo sigue intacto. “Creo que jamás he hecho una carrera como la de hoy… nunca en 25 años”, confesó. Una frase que no sólo habla del sufrimiento físico o técnico, sino de la profunda frustración de ver cómo ni su talento ni su experiencia pueden compensar las carencias de un coche que no le da lo que necesita.
Fernando Alonso ha aguantado mucho con lo que el monoplaza que le ha dado Aston Martin esta temporada, pero su paciencia empieza a agotarse. Y lo dice alto y claro, el equipo necesita mejorar, y necesita hacerlo desde la fábrica y cuanto antes.