Carlo Ancelotti jugó con fuego ante la Real Sociedad en la vuelta de las semifinales de Copa del Rey , en un partido que tenía mucho más que perder que ganar, y casi le sale mal la jugada. Por suerte para él el equipo blanco logró meterse en la final.
Ancelotti se la juega
Carlo Ancelotti es consciente de que los jugadores deben rotar para llevar lo más frescos posibles a los partidos clave de la temporada. También es consciente de que LaLiga y la Champions League son más importante para el Real Madrid que la Copa del Rey, pero lo que también tendría que haber sabido que si hubiera caído eliminado ante los donostiarras en la semifinal, se hubiera declarado un nuevo incendio en la casa blanca.
También debió ser consciente que el próximo rival en Liga es el Valencia, siempre un rival difícil, ahora en mejoría, pero que ocupa la zona baja de la clasificación, y a puertas del partido de la próxima semana en Champions League ante el Arsenal, quizá era mejor momento para hacer rotaciones y dar minutos a futbolistas que le hacen falta. Pero ante la Real Sociedad podía hacer saltar por los aires una entidad como el Real Madrid, pero se desactivó la bomba al final de la cuenta atrás.
El once que sacó para jugar ante la Real no entraba en las quinielas de nadie. Camavinga volvía al lateral izquierdo tras una temporada en la que no está dando el nivel esperado, y menos en esa posición. Alaba de central en sustitución de Rudiger, y un cuestionado Lucas Vázquez en el lateral derecho. Se podía intuir que algún que otro gol se iba a encajar, pero la sangría fue tremenda.
Si a eso le sumamos la pasividad del Real Madrid en el aspecto defensivo esta temporada, era de esperar que pudiera pasar algo como lo que pasó en el encuentro, y al final, hubo que apelar de nuevo a la épica, que últimamente sale siempre bien, pero que no siempre va a ser así.
Un equipo sin compromiso
Otra cosa que no ha sido capaz de transmitir este año Ancelotti al equipo es compromiso. El equipo se parte en labores defensivas, se defiende con 7 jugadores, los hombres de arriba no presionan, y cuando lo hacen parece más una excusa para cumplir el expediente que otra cosa. En este sentido, el caso de Vinicius ya empieza a ser un problema. El propio Ancelotti tuvo que recriminarle su pasividad y amenazó con cambiarle si no corría (por suerte reaccionó, pero el daño al equipo ya estaba hecho).
Esa insolidaridad que comienzo con los atacantes se contagia a un centro del campo donde no falta la entrega, pero también la resignación. Ver cómo una estrella como Bellingham se deja el alma él solo para tirar del equipo le eleva a él, nada que reprochar, pero deja en evidencia al resto de estrellas del equipo.
Y vamos a la línea de atrás y vemos a dos laterales que no son capaces de llevar a cabo conceptos básicos en defensa, y un central que todavía no está al nivel, dan como resultado es esperpento que vimos ayer. Porque la clasificación no debe tapar lo que pasó en los 90 minutos, partido perdido, pero sólo cuando está todo perdido, es cuando este equipo despierta.
Ancelotti se juega el puesto
Carlo Ancelotti se juega el puesto para el año que viene, aunque no es nada nuevo: la falta de títulos a final de temporada le pueden condenar a él o a cualquiera, quizá hasta él tenga una opción de mantener el puesto gracias a su palmarés, pero lo cierto es que no está siendo capaz de sacar lo mejor de una plantilla, que solo reacciones cuando está al límite, capaz de hacer remontadas imposibles en momentos que nadie lo espera, capaz de sobrevivir a eliminatorias que nadie podría, pero todo tiene una fecha de caducidad, y Ancelotti no puede seguir jugando con fuego, o se quemará.