El esperado salto de calidad del Aston Martin para la temporada 2025 se ha esfumado rápidamente. El AMR25, que debía ser un antes y un después en la evolución del conjunto británico, ha empezado el año con uno de los fines de semana más catastróficos de la reciente historia del equipo. El Gran Premio de Bahréin ha expuesto con crudeza todas las debilidades de un coche que prometía mucho, pero que ha terminado por parecerse más a su antecesor inmediato, el AMR24, que al sorprendente AMR23 que brilló en la primera mitad de 2023.
Un AMR25 que arranca peor que su predecesor
Desde la clasificación del viernes se encendieron todas las alarmas cuando Aston Martin tuvo que agotar tres juegos de neumáticos blandos solo para intentar alcanzar una vuelta decente en Q1, quedándose sin recursos para competir con garantías en la Q2. El resultado fue devastador y los dos Aston Martin se hundieron en la tabla de tiempos, sin capacidad de respuesta y mostrando carencias evidentes en todos los sectores del trazado de Sakhir.
Donde el rendimiento fue más crítico fue en la segunda parte del circuito. Comparado con Leclerc Alonso cedía más de un segundo por vuelta, la mayoría de ese tiempo perdido en curvas lentas y zonas de frenada fuerte. El AMR25 mostraba dificultades para mantener la velocidad mínima en curvas como la 1, 4, 8, 11 y 13, donde el coche se detenía más de lo debido, perdía tracción y aceleraba con demasiada suavidad. Las décimas se acumulaban una tras otra, evidenciando un déficit técnico que recuerda demasiado al del año pasado.
El AMR25 y los viejos fantasmas
La carrera solo confirmó lo que la clasificación había dejado entrever: el AMR25 tiene problemas estructurales graves en curvas lentas y media velocidad; en las primeras 16 vueltas, Fernando Alonso perdió hasta 25 segundos con respecto a sus rivales directos, una cifra que habla por sí sola. A pesar del reagrupamiento provocado por el coche de seguridad, el ritmo del coche británico volvió a desvanecerse en la segunda mitad de la prueba, sobre todo en el segundo y tercer sector, donde se concentraban las curvas más técnicas.
Incluso frente a Alpine, un equipo que llegó a Bahréin con menos expectativas, la diferencia fue humillante. El AMR25 se dejó casi un segundo por vuelta, una brecha que no se había visto ni en circuitos como China o Japón, donde Aston Martin al menos había mostrado cierta solidez. Las cuatro zonas clave -curvas 10, 11, 13 y 14- fueron el verdadero talón de Aquiles del coche, donde se repetía el patrón: más frenada, menos velocidad de paso por curva, y una pérdida constante de tracción.
Aston Martin no evoluciona
Lo más preocupante para Aston Martin no es solo el mal rendimiento en Bahréin sino la falta de progreso respecto al año anterior. Si algo dejó claro el GP de Bahréin es que el AMR25 se comporta como una evolución del AMR24 sin que se haya solucionado el problema que más arrastró al equipo en 2024; la falta de rendimiento en curvas lentas. A pesar de haber mejorado algo en curvas medias y rápidas el déficit en zonas técnicas es tan grave que compromete el ritmo de carrera y, lo que es peor, deja al equipo sin herramientas para competir estratégicamente.
El AMR25 ha arrancado con el pie izquierdo. Su rendimiento en Bahréin ha sido ya un toque de atención no sólo para los ingenieros, sino para toda la estructura del equipo. Si Aston Martin no encuentra una solución inminente a sus problemas de tracción y curva lenta, 2025 será una temporada para olvidar. De momento, el AMR25 sólo es una decepción con pintura nueva.