La temporada está siendo extraña y en parte hasta trágica para el Real Madrid. El palo más duro fue quedarse fuera de su competición fetiche, la Champions League. Ya fue duro no clasificarse entre los ocho primeros y tener que jugar una ronda extra ante el Manchester City de la que salió victorioso, pero que dado el mal estado de la plantilla durante toda la temporada, añadir minutos no era nada bueno.
En octavos costó, y mucho, vencer a un Atlético de Madrid que quedó fuera con polémica. En cuartos fue donde llegó la debacle ante el Arsenal que goleó a los blancos en Londres y se impuso en el Santiago Bernabéu cuando se buscaba la remontada mágica.
A este fracaso hay que añadir el de Copa del Rey ante el Barça. El Real Madrid hizo un mal primer acto y se fue perdiendo al descanso en La Cartuja. Todo cambió en el segundo acto donde le dio la vuelta al marcador con goles de Mbappé y Tchouaméni. Ferran Torres puso el empate forzando una prórroga en la que en el tramo final un gol de Jules Koundé decidió la final.
Sin opción a esos títulos, y tras haber hecho una gran segunda mitad, el Real Madrid confía en LaLiga. Los blancos se agarran a la competición doméstica en la que deben remontar cuatro puntos al Barça para alzarse con el título.
El segundo, LaLiga, tiene cinco finales para el Real Madrid, una de ellas el Clásico del 11 de mayo en Montjuïc. En ese contexto hay un clavo ardiendo al que se agarra el madridismo que el segundo acto ante el Barça. Los blancos fueron capaces de remontar a los culés y eso les da esperanza al igual que en medio de esta lucha por el título el conjunto de Hansi Flick siga inmerso en la lucha con el Inter de Milán por un hueco en la final de Champions League.
La final de Copa enseña el camino al Real Madrid para ganar la Liga y el Mundial de Clubes, los dos títulos a los que aspira este curso. Tras media hora muy floja, donde el Barcelona superó de principio a fin al Real Madrid, el equipo se enganchó a la vida y encontró el camino para el futuro.
Más allá de LaLiga, y ya in Ancelotti, llegará el Mundial de Clubes. Con un entrenador interino, pero con los mismos jugadores, a la espera de poder sumar a la causa a Trent Alexander-Arnold. El camino está claro y sin tiempo para lamentaciones toca ponerse el mono de trabajo y pelear sobre el terreno de juego por salvar la temporada, o al menos maquillarla.