Zandvoort (Países Bajos).- Un trompo en Libres 1. Otro en Libres 2. Ambos sin consecuencias porque logró detener el coche a tiempo para evitar un accidente. La confianza de Lewis Hamilton está más baja que nunca (a pesar de terminar delante de su compañero Charles Leclerc en la segunda sesión de Libres) tras catorce decepcionantes carreras con Ferrari. Lo que iba a ser un cuento de hadas teñido de rojo está siendo más bien una pesadilla. El heptacampeón llegó a decir antes del parón que se sentía «inútil» y que deberían bajarlo del coche. Demoledor.
Hamilton, catastrofista y apocalíptico como nadie, está en la lona y necesita una actuación brillante como el comer para levantar el vuelo y recuperar sensaciones. No parece serio pensar en que a final de temporada se pueda terminar su compromiso con Ferrari cuando tiene otro año firmado. No obstante, más allá del marketing, el rendimiento en pista es decepcionante y ninguna parte está contenta con lo visto. Se espera que pruebe la nueva reglamentación que aterrizará el año que viene para intentar lograr un octavo título que hoy parece más lejos que nunca.
El británico ruega que termine este año lo antes posible porque parece muy complicado que pueda darse una alegría. De hecho, hasta ha vuelto del parón con una actitud corporal cuestionable: cabizbajo, alicaído, sin demasiadas ganas de hablar y ofreciendo respuestas cortas. La motivación de un siete veces campeón del mundo no está en duda pero la imagen que proyecta no es la más alegre. El tremendo cambio cultural, tras haber pasado veinte años en la estructura Mercedes, ha sido fuerte y le está pesando cambiar de idioma y costumbres.
Sainz, al rebote
Si se ubica en la misma frase Hamilton y Ferrari, no se puede no pensar en Carlos Sainz. El madrileño fue el principal perjudicado del fichaje del británico por la Scuderia. De la noche a la mañana y habiendo cuajado una temporada brillante con dos triunfos, se quedó sin asiento para recordar lo cruel que es a veces Fórmula 1. «Me costó una semana asimilarlo», llegó a reconocer tras sufrir aquel golpe que se oficializó el 1 de febrero.
El español salió del equipo italiano como nadie. Por la puerta grande y con una despedida a la altura de una leyenda, hasta con su padre implicado, probando un Fórmula 1. Todo muy emotivo y entre lágrimas de su hijo. La relación entre piloto y escudería se terminó por circunstancias y porque Hamilton se puso a tiro. Pero acabó en alto y esa buena sintonía se mantiene a día de hoy. El cariño sigue patente y, aunque Sainz está totalmente comprometido con el proyecto de Williams, los escarceos en el paddock siguen ahí. La relación con la Scuderia es mucho más que cordial y los contactos de su entorno con miembros de Ferrari son habituales.
La fotografía de portada de esta pieza ilustra lo que ocurre con frecuencia. En este caso, son Carlos Oñoro ‘Caco’, primo y representante del piloto, charlando con Rita Simonini, la persona de prensa de Sainz en su etapa en Ferrari. No se puede extraer nada de una conversación privada, de las mil que hay en un paddock de Fórmula 1, y lo más probable es que no estén hablando de trabajo. La escena recuerda, simplemente, que el madrileño salió de buenas formas y mantiene amistades. Si Hamilton no ocupa ese asiento en algún momento futuro, cuesta pensar que Ferrari no piense en Sainz.
Sainz tiene abiertas las puertas de Ferrari. De hecho, nunca se le han cerrado. «Este es un mundo muy pequeño, nunca se sabe qué puede pasar en el futuro, ya hemos hablado dos veces sobre esto, no sé qué pasará en los próximos años ni qué estaremos haciendo en 2027 o 2028″, expresó Fred Vasseur, jefe de equipo, después de la última carrera del madrileño vestido de rojo, tras terminar segundo en Yas Marina. No es que Sainz esté pendiente de lo que ocurre en Maranello, ya que se encuentra centrado en hacer que su Williams progrese, pero la vida y la Fórmula 1 dan muchas vueltas.