Carlos Sainz volvió a sonreír. En Bakú, el madrileño subió al podio con un tercer puesto que sabe mucho más que a 15 puntos. Es la recompensa a semanas de trabajo, a la paciencia en un proyecto que recién comienza, y la confirmación de que su apuesta por Williams empieza a dar señales de vida.
Carlos Sainz, pieza clave en la reconstrucción de Williams
No ha sido fácil. Tras dejar Ferrari, Carlos Sainz se encontró en un equipo con menos recursos, lejos de la lucha habitual por victorias. El cambio fue drástico: de pelear en la zona alta a remar en el medio de la parrilla.
Pero también fue un salto de fe. Williams le ofreció un plan a medio plazo, con contrato hasta 2026, y la oportunidad de ser pieza clave en la reconstrucción del histórico equipo de Groove.
El arranque de 2025 no le regaló nada. El FW47 mostró cierta velocidad en recta, pero ciertos problemas en curvas largas y una clara dificultad para calentar neumáticos en clasificación pusieron las cosas más difíciles de lo que cabía esperar. También hubo momentos en los que más que la suerte le acompañó el infortunio -como en Austria, donde apenas pudo comenzar por un problema en los frenos; o un boquete en Bahrein por un golpe de Tsunoda-.
Entre abandonos (tres), fallos del equipo y alguno que otro de conducción, la presión comenzaba a hacerse notar sobre los hombros del piloto español, a quien Williams le estuvo cortejando durante meses para tratar de convencerle de unirse al proyecto, una vez se supo que se había quedado sin hueco en Ferrari… y que hoy ha logrado antes un podio con Williams que el mega fichaje de Hamilton con los de rojo.
La confirmación de que su apuesta por Williams empieza a dar frutos
subió al podio con un tercer puesto que refleja mucho más que puntos: es la recompensa a meses de esfuerzo con Williams y la confirmación de que su apuesta por el equipo británico empieza a dar frutos
Todo eso le fue condenando en más de una, de dos y de tres carreras. De hecho, desde Canadá, hace seis Grandes Premios, el madrileño no había vuelto a entrar en la zona de puntos. Sumó unos cuantos hasta entonces, sí, pero el potencial parecía estancado. La prioridad del equipo estaba en otra parte: trabajar ya en el coche de 2026, cuando entrará en vigor un nuevo reglamento técnico que cambiará la Fórmula 1.
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Con esas cartas en la mano, Bakú ofrecía un escenario distinto. El trazado urbano, rápido, con rectas kilométricas y resalidas tensas, era un terreno más favorable para el Williams. Y Carlos Sainz no desaprovechó la ocasión. Fue sólido el viernes, se vistió de héroe el sábado, y en carrera cumplió y resistió cuando tocaba resistir y atacó cuando había que atacar. Sin errores. Sin concesiones. Con la madurez de un piloto que sabe que los grandes resultados se construyen también desde la calma. De ahí el valor que tiene.
«Este es el mejor podio de mi carrera»
El podio, más que un trofeo, es una declaración. Para Carlos Sainz, la confirmación de que su decisión de unirse a Williams no fue un salto al vacío. Para el equipo, es la prueba de que el camino elegido tiene sentido. Y para la parrilla, el recordatorio de que Carlos sigue ahí, competitivo, capaz de sacar oro incluso de un coche que no siempre acompaña. «Este es el mejor podio de mi carrera. No os podéis imaginar lo bien que sabe”, estalló Sainz.
El resultado llega, además, en un momento clave. Con su futuro ya resuelto -contrato firmado hasta 2026 junto a Alex Albon-, Sainz no necesita mirar de reojo al mercado. Su energía está puesta en el crecimiento de Williams y en preparar el salto que debe dar el próximo año. Porque el próximo año marcará un antes y un después en la nueva F1 de 2026: nueva aerodinámica, motores rediseñados, combustible 100% sostenible… Una revolución técnica que puede abrir oportunidades a equipos que hoy parecen lejos.
Williams lo sabe. Por eso gran parte de sus recursos ya miran hacia adelante. El coche de este año tiene limitaciones claras, pero sirve como banco de pruebas. Carlos Sainz lo entiende y lo repite: no se trata de ganar mañana, sino de construir las bases para competir de verdad a medio plazo. Su recompensado podio en Bakú refuerza esa visión y aporta la confianza que el proyecto necesitaba.
Ya lo dijo su jefe James Vowles nada más acabar la carrera: «Confió en mí hace un año, y ver lo que ha significado ese podio para él y para el equipo es la recompensa», dijo el de Williams cuando Carlos Sainz explicó que era el podio más especial de su carrera. «Comparto ese sentimiento con él. He tenido un coche de podio muchas veces, pero este se va a quedar conmigo toda mi vida. Lo hemos conseguido desde una posición donde éramos últimos y hemos luchado para crecer», finalizó James Vowles, compartiendo sentimiento con el español.
El crecimiento de Carlos Sainz con Williams
No se puede decir, ni mucho menos, que esta será la tónica habitual en lo que queda de Mundial. Pero sí que puede ser un punto de inflexión para cazar resultados similares. El Williams sigue siendo vulnerable en determinados circuitos, sobre todo en curvas largas y con una gestión de neumáticos exigente. Pero Bakú ha demostrado que el talento de Sainz puede marcar la diferencia, incluso en circunstancias que no acompañan. Y que con trabajo y paciencia, el equipo puede volver a soñar.
En el fondo, lo que ocurrió en Azerbaiyán es una señal de algo más grande. Sainz no solo subió al podio, sino que consolidó su papel como líder, confirmó que su apuesta por Williams tiene sentido y recordó a todos que su nombre sigue siendo grande en la F1. Para muestra, un dato: con este tercer lugar, Sainz es el segundo piloto en toda la historia en subir al podio con las tres marcas históricas: McLaren, Ferrari y Williams. El futuro ya está en marcha. Y Carlos Sainz está preparado para escribirlo desde dentro.