Rodrygo Goes es la gran alegría del Real Madrid en estas últimas semanas de 2025. Después de sumar nueve meses, 32 partidos y 1.415 minutos sin marcar con la elástica merengue, el brasileño sacó la cabeza del agua en este mes de diciembre. Tumbó la casa ante el Manchester City y el Deportivo Alavés. Contra el Sevilla, el ’11’ quiso acabar bien. En la victoria de los blancos por 2-0, el atacante asistió en el gol de Jude Bellingham, dejó un caviar a Fran García en el inicio del encuentro y estuvo cerca de firmar un golazo de volea en el último tramo –minuto 78– del encuentro. Intentó rascar un penalti, pero Muñiz Ruiz le sancionó. Una nueva actuación redonda que deja buen sabor de boca respecto a lo que viene en 2026.
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— 🫵🏽 (@idoxvi) December 21, 2025
Rodrygo sale del silencio
El pasado 10 de diciembre, tras 1.415 minutos, 281 días y 32 partidos de silencio, Rodrygo Goes salió del silencio. Ante el Manchester City, aunque el Real Madrid cayó en el Santiago Bernabéu, el brasileño ofreció algo más importante que un resultado: esperanza. En el minuto 28, Jude Bellingham lo encontró en el balcón del área y el ’11’ encaró, disparó con convicción y rompió su maleficio. El estadio rugió con alivio. El tanto no solo abría el marcador; abría una puerta que llevaba meses cerrada. No quiso celebrar. Sentía que debía algo a su gente. Pero Jude lo abrazó y le dijo: «Este es tu momento». Y lo fue. Aunque el City amargara la noche, Rodrygo encontró nuevamente su sonrisa.
El contraste era brutal. Su último gol remontaba al 4 de marzo, también en Champions, ante el Atlético de Madrid. Aquella vez fue MVP y símbolo de un Madrid lanzado. Llevaba 14 goles y nueve asistencias en 39 partidos. Nadie imaginaba lo que vendría. Desde esa diana, Rodry desapareció. 32 partidos después, batía un récord que jamás querría poseer: ni siquiera Mariano Díaz había pasado tanto tiempo sin marcar. Una travesía que empezó minando su confianza y sembrando dudas en torno a su rol.
Pero el brasileño nunca se rindió. «Me hacía mucha falta. Intento siempre marcar, siempre ayudar, y la verdad es que no estaba en mi mejor momento. Son cosas que pasan en el fútbol. Tengo que seguir centrado y seguir entrenando. Fue lo que hice todo este tiempo sabiendo que no me estaban saliendo las cosas«, confesaba después del City.
Xabi Alonso vuelve a contar con él
Con su gol ante el City, Rodrygo no solo se liberó: también liberó a Xabi Alonso. Desde su llegada al banquillo blanco, el técnico tolosarra había contado poco con el brasileño, relegándolo a minutos sueltos o partidos menores. Entre Liga y Champions, apenas 482 minutos antes de diciembre. Frente al City, las cámaras captaron su abrazo con Xabi tras el gol. Un gesto potente, más allá del fútbol. «Quería demostrar que estamos juntos con nuestro entrenador», dijo Rodrygo. Y Xabi respondió con cariño: «Me ha gustado el partido de Rodrygo. Su gol es una consecuencia de las cosas buenas que ha hecho. Sabemos el nivel que tiene«.
La redención en Mendizorroza
Apenas cuatro días después de reencontrarse con el gol en Champions, Rodrygo volvió a aparecer en Mendizorroza. Con el Alavés apretando y el 1-1 en el marcador, apareció tras una gran jugada de Vinicius para marcar el 1-2 y mantener vivo al entrenador del que se decía estaba en la cuerda floja. Porque esa diana no solo dio tres puntos. Salvó a Xabi Alonso. Y lo celebraron juntos, conscientes de que en esa conexión había algo simbólico: el jugador recuperaba su esencia justo cuando el técnico más lo necesitaba.
Sacrifico constante
Rodrygo ha demostrado que no hay posición que lo frene. Aunque preferiría jugar por izquierda, se ha sacrificado en la banda derecha por el bien del equipo. «Para que los cuatro juguemos juntos arriba, había que hacer sacrificios. A mí me pidió un poco más colocándome en la derecha, pero lo entendí perfectamente. En cada partido me sacrifico«, explicó en tiempos de Ancelotti. Esa mentalidad es la que hoy le sostiene.
El atacante del Real Madrid ha pasado de ser un alma en pena a convertirse en un jugador más completo, más consciente de su papel y del valor de su proceso. Rodrygo se reconcilia con su versión más pura: la del niño que soñaba con brillar en el Bernabéu y que ahora, con 24 años, quiere escribir su propio renacer. La historia le ha golpeado, pero el brasileño nunca ha soltado su sueño: triunfar en el Madrid. El club de su vida. Tiene contrato hasta 2028 y no piensa moverse de Valdebebas. Sigue creyendo que lo mejor aún está por llegar. Y si algo ha dejado claro este final de 2025, es que Rodry no ha vuelto solo para marcar. Ha vuelto para quedarse. Que se prepare 2026.






