Xabi Alonso todavía está puliendo cosas de su nuevo «Real Madrid». El tolosarra llegó oficialmente a Valdebebas en mayo –aunque empezó a trabajar en junio– y desde entonces, todo es una constante revolución. Entre sistemas de juego y decisiones drásticas sobre los onces blancos, el nuevo entrenador de la entidad madridista quiere imponer su idea lo antes posible para ganarlo todo. Está en su ADN pero también en el del club. Ante el Olympique de Marsella, sus pupilos sufrieron, mucho. Aun así, ganaron. Siguen impolutos hasta ahora, pero Xabi todavía quiere cambiar cosas. Quiere la ‘perfección’, o algo parecido a ello.
Xabi Alonso espera el buen juego del Madrid para 2026
La plantilla del Real Madrid todavía está en proceso de adaptación. Xabi Alonso lleva solamente dos meses implantando sus métodos. El Mundial de Clubes no cuenta, ya lo dejó caer él en varias ocasiones. Y, a pesar de haber completado un pleno de victorias con su nuevo equipo, el de Tolosa mantiene su idea de pulir y mejorar las cosas. «Es un proceso, es muy difícil decir una fecha en la que jugaremos bien como yo quiero. Los jugadores están sintiendo una idea, creen que podemos competir haciendo bien lo que hacemos. De lo negativo aprenderemos pero estamos teniendo fases muy buenas, nos falta continuidad. Hoy era un partido muy exigente contra el Marsella. Hemos sido eficaces y estamos en el camino. En tres o cuatro meses, será mejor todavía«, explicó en la rueda de prensa posterior al encuentro de Champions.
Más exigencia
La llegada de Xabi Alonso ha supuesto un cambio radical en la metodología y el estilo del Real Madrid. Más disciplinado y exigente que Carlo Ancelotti, el técnico tolosarra ha introducido un modelo de trabajo mucho más riguroso, acompañado de una idea futbolística clara y de valores muy definidos. En Valdebebas la rutina ya no es la misma. Los jugadores deben llegar una hora antes de cada sesión –con Ancelotti bastaban 30 minutos–. Quien no cumpla paga caro: 500 euros por la primera demora, y otros 500 añadidos en cada retraso. Sobre el césped, las sesiones son más intensas y más largas, rozando o superando las dos horas, con un equilibrio entre gimnasio y campo. Xabi exige repetición de esfuerzos y máxima concentración. Se apoya en innovaciones tecnológicas como el uso de drones o la instalación de líneas de referencia en el terreno de juego para analizar a fondo los movimientos tácticos de sus futbolistas. Todo bajo un mismo leitmotiv: «No dejar nada al azar».
Nuevas mentalidades
En el plano futbolístico, su sello ya se nota. Arrancó apostando por ensayos con defensa de tres en el Mundial de Clubes, aunque en esta campaña 2025-26 la base es un 4-3-3 flexible. El control del balón sigue siendo esencial, pero con destino claro: atacar entre líneas, verticalizar, sorprender y no caer en posesiones estériles. El juego nace desde atrás, con Arda Güler como cerebro que activa a la segunda línea, y busca la profundidad tanto por dentro como por las bandas. Unas jugadas meticulosamente estudiadas. Incluso Kylian Mbappé y Vinicius han aprendido a presionar desde la salida del rival, reflejo de una presión alta colectiva que se ha convertido en rutina y no en excepción.
La exigencia no es solo física, también mental. Xabi quiere jugadores que interpreten el partido, que anticipen, que sepan cuándo presionar o replegar. El bloque defensivo está trabajado para perder el balón lo menos posible y recuperarlo en zonas de riesgo. Además, en el vestuario se ha instaurado una cultura de meritocracia: nadie tiene la titularidad asegurada por nombre o prestigio, sino por lo que aporta en el día a día. Compromiso, sacrificio y respeto al colectivo pesan tanto como el talento individual.