Vinicius Júnior ha vuelto a estar en un gran día. Cuatro días después de su espectacular actuación en Grecia ante el Olympiacos, el carioca ha querido repetir la hazaña en Montilivi. Ante el Girona, el ‘7’ tardó en meterse en el partido. Al principio, era impreciso, no se encontraba. Sin embargo, después del tanto de Ounahi, el brasileño despertó. Con mucha más percusión y verticalidad, el atacante empezó a hacer mucho daño a la defensa gerundense. De hecho, sin él, el Real Madrid no habría empatado. Porque sí, es él quien provocó el penalti del 1-1. Pero a pesar de sus esfuerzos, los blancos siguen a la deriva y han perdido el liderato de LaLiga. Una noche complicada para el madridismo.
Vinicius casi tumba la casa en Girona
Vinícius volvió a ser uno de los jugadores más desequilibrantes del Real Madrid ante el Girona. El brasileño, que lleva desde el pasado 4 de octubre sin marcar con los blancos, intentó reencontrarse con el gol en Montilivi. Hizo de todo, otra vez. En tierras gerundenses, el carioca disparó unas siete veces. Aunque sólo uno de ellos llegó a puerta, el ‘7’ no ha dejado de insistir. Es más, estuvo muy cerca de marcar en un par de acciones, con tiros que se marcharon rozando los palos de Gazzaniga. Pero una vez más, no hubo manera.
Más allá del gol, su actuación fue completa en términos de trabajo e influencia. Ganó cinco de los dos duelos en los que fue al suelo (nueve disputados) y firmó tres recuperaciones que ayudaron al equipo en la presión tras pérdida. También buscó constantemente el uno contra uno, completando dos regates de los cinco que intentó. De hecho, esos dos regates casi le llevan al camino del gol. Un partido intenso, con la chispa habitual, aunque esta vez sin el premio de enjaular.
Vinicius va cuajando
El Real Madrid va recuperando al auténtico Vinicius. El jugador que encendía los estadios, que sonreía en cada regate y que jugaba con el desparpajo del chico que soñaba en São Gonçalo (su ciudad natal). Desde que recompuso su relación con Xabi Alonso, el brasileño ha experimentado una transformación silenciosa pero evidente: más enfocado, más decisivo y, sobre todo, más feliz… a pesar de los resultados del equipo.
Desde las disculpas del Clásico, el brasileño ha encontrado una versión mucho más completa. Su influencia crece partido a partido, su confianza ha regresado y el ánimo contagia al resto. En el Pireo, ante el Olympiacos, su actuación recordó al Vinicius más eléctrico: atrevido, vertical y voraz. Kylian Mbappé acaparó los titulares con su póker de goles, pero fue el carioca quien asistió en dos de ellos y quien dejó detalles de genio, incluso con un tanto anulado que levantó al público griego. En Girona, Vini provocó el penalti que ‘salvó’ a los merengues. Sin él, Xabi Alonso se habría ido de Montilivi con una dura derrota, y su futuro más cuestionado que nunca. Pero el ‘7’ lo evitó.
Porque Vini es otro. Es diferente. El extremo izquierdo parece haber dejado atrás la tensión y las dudas. Ahora vuelve a competir con esa mezcla de alegría e intensidad que lo convierte en diferencial. Está de nuevo metido en el runrún. Poco a poco, su futuro también se va resolviendo, o eso quieren pensar en Valdebebas. Su contrato aún espera firma, pero no hay señales de preocupación: el jugador se siente cada vez más importante y el tolosarra sabe que necesita su mejor versión para solucionar partidos Como en Montilivi. En el abrazo final en el Karaiskakis Stadium, Xabi Alonso y Vinicius sellaron, sin palabras, una nueva etapa. El Real Madrid ya no tiene solo a Vinicius de vuelta: tiene al verdadero. Sólo falta el gol para confirmarlo.
