El Real Madrid tiene un serio problema. Este pasado domingo, 36 días después y tras afrontar seis partidos consecutivos a domicilio, los pupilos de Xabi Alonso volvían al Santiago Bernabéu para medirse al Celta de Vigo. Cuatro dias antes, los merengues daban un recital en San Mamés. Una contundente victoria por 0-3, con un doblete de Kylian Mbappé y otro tanto de Eduardo Camavinga. Tras el pitido final, todos los jugadores —y Xabi— salían de la Catedral con una sonrisa. Pero la alegría fue corta. Demasiado corta. Porque cuando tocó asumir en el coliseo blanco… nadie dio la cara.
El Celta de Vigo vino al Santiago Bernabéu a ganar. Nada más empezar el partido, el equipo dirigido por Claudio Giráldez —canterano del Madrid— sacó las garras. Los blancos intentaban encontrarse, pero no había manera. Al ecuador de la primera parte, el cielo cayó en la capital: Éder Militão se marchó lesionado del césped. Se dolía en el isquio de la pierna derecha. Apunta a baja de larga duración. Después de la lesión de ‘Mili’, todo fue a peor. Swedberg abrió la lata en la segunda parte con un golazo —con la espuela—, Fran García fue expulsado en apenas un minuto, Álvaro Carreras también, y luego, Swedberg remató a los locales en el descuento. Una noche muy negra para Xabi Alonso, otra. El Real Madrid sigue segundo de LaLiga, pero está ahora a cuatro puntos del Barça y el Atlético de Madrid está a una sola unidad.
El planteamiento de Xabi Alonso, cuestionado
Algo falló en el planteamiento de Xabi Alonso, otra vez. Este domingo, el tolosarra no salió con su doble pivote. En San Mamés, Eduardo Camavinga sufrió de un leve esguince en el tobillo derecho. Aunque figuró en el último entrenamiento de los blancos y luego en la convocatoria, el donostiarra decidió dejarle descanso ante el Celta de Vigo. Xabi salió entonces con Federico Valverde de extremo derecho y Raúl Asencio como lateral derecho… para posicionar a Álvaro Carreras en la zaga. En la sala de máquinas, Tchouaméni era el único pivote mientras que Jude Bellingham y Arda Güler eran los tornillos que completaban la medular. Pues, otra vez, todo le salió mal a Xabi.
En el césped, nada cuajó. El Celta de Vigo hizo lo que quiso contra un Real Madrid impotente, que parecía ser un mero espectador de lo que estaba ocurriendo en el césped del Santiago Bernabéu. Amén de haber acabado el encuentro con 23 tiros, el Madrid no consiguió sacar provecho de su triunfo en San Mamés. Parecía muy lejos esa versión de los blancos. Atacaban con un 4-3-3 y defendían con una defensa de cinco. Aun así, nadie se encontraba. No había estructura. Los vigueses salían de la presión sin ninguna dificultad y sus balones en largo, con Pablo Durán por delante, hacían mucho daño. Sin olvidar el puñal que fue Bryan Zaragoza en la banda izquierda. Xabi Alonso se equivocó.
Porque poner a Carreras de central, teniendo a Raúl Asencio —que puso de lateral derecho—, no era la solución. Federico Valverde, que jugó de extremo en situaciones ofensivas y carrilero en las defensivas, tampoco cuajó. En el centro del campo, Jude Bellingham apenas apareció. Los únicos que consiguieron sacar algo fueron Arda Güler y Vinicius. Tchouaméni dirigía el juego como podía. Kylian Mbappé tampoco estuvo en un gran día. El resbalón fue mayor. Y en dos días, el Manchester City de Pep Guardiola.
Sin el doble pivote, el Real Madrid no carbura
Y la realidad es que, sin el doble pivote Tchouaméni – Camavinga, el Real Madrid no carbura. En San Mamés, los dos franceses controlaron el juego. Lo dominaron. Dirigían a su equipo de la mano de su batuta. Ellos eran los jefes de orquesta de la ópera. En el Santiago Bernabéu, Aurélien se quedó sólo. Aunque hizo lo que pudo, el ’14’ de los blancos se vio rápidamente superado por la situación.
Porque en la Catedral, él y Camavinga eran dueño de lo que ocurría en el césped. Hacían lo que querían. También lo habían hecho en El Pireo y contra el Getafe. Cuando los dos están en el césped, el Real Madrid juega bien y, sobre todo, gana partidos. Algo que últimamente parece ser una hazaña difícil de conquistar para los merengues.
Pero contra el Celta, todos estos esfuerzos volvieron a esfumarse. No había control y tampoco seguridad. Todo lo que aportaban Tchouaméni y Camavinga juntos. Jude Bellingham y Arda Güler, como escrito en muchas ocasiones, no carburan juntos. El inglés salió muy señalado ante los vigueses, mientras que el turco fue de lo poco salvable. Pero la nota se queda en un insuficiente. Claudio Giráldez y sus pupilos hicieron lo que quisieron en el coliseo blanco, es una realidad.
Xabi Alonso debe mostrar más personalidad, y los jugadores, una mejor actitud
Pero lo claro es que Xabi Alonso debe mostrar más personalidad. Todo salió mal. Empezando por su planteamiento. Colocó a cuatro jugadores fuera de sus posiciones: Asencio de lateral derecho; Carreras de central y Federico Valverde de extremo derecho. La clave también estuvo allí. Si se hubiera colocado al uruguayo de lateral, las cosas habrían salido, quizás, mejor. Porque este curso, el capitán del Real Madrid ha dado un mejor rendimiento como lateral que como centrocampista o extremo. Es la realidad. Pero, como Fede no quiere jugar en la posición —y se lo ha dejado claro a Xabi—, Asencio y Carreras tuvieron que sacrificarse. Ambos, fuera de sus posiciones, no consiguieron dar un rendimiento óptimo.
Amén de esos ajustes tácticos, los jugadores también pecaron en la actitud. En la primera parte, el Celta hacía lo que quería mientras que los blancos apenas sacaban las garras. Los Celestes castigaban mucho a balones largo, a las espaldas de la defensa. Algo que le costó la lesión a Éder Militão. Los vigueses dieron un repaso mayúsculo y, aunque se podría hablar del arbitraje, el nivel del Real Madrid dejó mucho que desear. Falta mucho para recuperar la corona liguera… e incluso ganar algún que otro título. Es la realidad.
