Lewis Hamilton ha desatado una tormenta en Ferrari. El siete veces campeón del mundo dejó al descubierto las grietas internas del equipo tras protagonizar una jornada llena de tensión, reproches y dardos envenenados por radio. El Gran Premio, lejos de ser un paso adelante para el equipo de Maranello se convirtió en una pesadilla pública donde la frustración de Hamilton marcó cada vuelta.
El británico, aún lejos de sentirse cómodo al volante del SF-24, salió desde la 12ª posición, mientras su compañero Charles Leclerc partía octavo. Con una buena remontada, Hamilton alcanzó a Leclerc en mitad de carrera, y ahí comenzó el caos. Atrapado detrás del monegasco su frustración se desató con frases irónicas, enfado creciente y un mensaje claro de que en Ferrari las cosas no funcionan como él esperaba.
Hamilton se enciende por radio
Desde la vuelta 38, la tensión entre Hamilton y su ingeniero Riccardo Adami fue en aumento. El británico, detrás de Leclerc y visiblemente más rápido, pidió paso de manera insistente: “Estoy quemando mis ruedas detrás de él”, advirtió por radio. Sin embargo, el equipo no accedió en un primer momento.
“¿Quieres que me quede aquí sentado durante toda la carrera?”, exclamó, molesto. Desde el muro, le pidieron que se mantuviera en el DRS de Leclerc: “Queremos que te mantengas en el DRS con Charles. Continúa así”. La respuesta de Hamilton fue seca y reveladora: “Esto no es un buen trabajo de equipo es todo lo que voy a decir”.
Unas palabras que dejaban entrever el malestar profundo del británico con la forma en que Ferrari gestiona a sus pilotos. Finalmente, en la vuelta 39, el equipo ordenó a Leclerc ceder la posición. Pero antes de que eso ocurriera, Hamilton lanzó un nuevo dardo: “En China me quité de en medio”, recordando una ocasión en la que él sí permitió un adelantamiento sin discusión.
Hamilton lanza una frase lapidaria
La tensión alcanzó su punto máximo con una de las frases más comentadas del fin de semana: “¡Ah! ¡Tómate un descanso para tomar un té!”, espetó Hamilton, irónico, justo antes de que Leclerc le entregara la séptima posición. Una frase que ha dado la vuelta al mundo y que resume el nivel de enfado del británico.
Sin embargo la alegría duró poco. A falta de cinco vueltas, y con Andrea Kimi Antonelli demasiado lejos, Ferrari ordenó a Hamilton devolver la posición. Leclerc había advertido por radio: “Necesito que Lewis vaya más rápido porque tengo aire sucio”. El equipo, sin opciones reales de avanzar optó por el intercambio de posiciones nuevamente.
Hamilton obedeció, pero no sin dejar otro comentario mordaz. Al ser informado de la cercanía de Carlos Sainz, respondió con sarcasmo: “¿También queréis que lo deje pasar a él?”. Un nuevo dardo que evidenció su descontento con las decisiones de equipo.
Hamilton y Ferrari
La carrera concluyó con Leclerc séptimo y Hamilton octavo. Un resultado decepcionante para Ferrari, que a comienzos de temporada soñaba con luchar por el título. El mal ambiente, las decisiones contradictorias y la frustración de su nueva estrella dibujan un panorama complicado para una escudería que se las prometía muy felices y que se están convirtiendo en una de las grandes decepciones en lo que va de temporada.
Lejos de encontrar estabilidad, Ferrari vive un inicio de temporada marcado por la incertidumbre y, ahora, por un estallido público de Hamilton que puede tener consecuencias internas. Lo que debía ser una nueva era gloriosa con un siete veces campeón del mundo al volante, se está convirtiendo en una bomba de relojería que parece que irá a peor en las próximas carreras.