El Real Madrid ganó en Oviedo y suma ya seis de seis en este arranque liguero. En los dos encuentros ha habido un denominador común, que no es otro que un futbolista empeñado en querer hacer historia con el Real Madrid. Se trata de Kylian Mbappé, el líder indiscutible del proyecto de Xabi Alonso y el jugador más diferencial del equipo blanco. Ante Osasuna, forzó el penalti y él mismo lo transformó, asumiendo ese liderazgo que buena parte de la parroquia madridista le pedía la temporada pasada. Anotó gol, lo que supuso que él fue el que abrió la lata de goleadores del Real Madrid en el presente curso, y el que le dio la victoria a los suyos por la mínima.
En Oviedo, otra vez, en ‘modo killer’, respondió sobre el campo y no falló a su cita con el gol. Arda Güler le dio una asistencia magistral pasada la media hora, y con un control orientado se plantó solo delante de Aarón Escandell y definió a la perfección para hacer el 0-1. Ya en la segunda mitad, Vinicius le asistió para el 0-2 y el francés no perdonó. Mandó a guardar a la red el balón, y con sutileza y a la vez con determinación, le daba nuevamente tres puntos vitales en este arranque liguero, antes del gol del brasileño.
Su espíritu de líder y su ambición se está notando más que nunca en este inicio de temporada. Este Mbappé, sí es el Mbappé que todos conocemos: motivado, con hambre de querer siempre más y con la portería entre ceja y ceja. A lo Cristiano Ronaldo, como él mismo soñó de niño. Nunca antes se había parecido tanto al astro portugués. Además, tal y como confirma The Athletic, en el vestuario veían el año pasado a un Mbappé «tímido», y ahora es uno de los «grandes líderes», además de ser «el encargado de lanzar los penaltis y los tiros libres directos.» La temporada pasada, con Ancelotti, se decidía según «las ciscunstancias del partido». Un día chutaba Mbappé, al otro Vinicius, y si no, Bellingham.
Kylian Mbappé, la estrella del Real Madrid
Algo ha cambiado en la mente de Mbappé. El inicio del curso anterior fue duro para él. No terminaba de adaptarse al equipo, a sus nuevos compañeros y de adentrar en el vestuario de las cinco Copas de Europa. Muchos frentes abiertos rodeaban al de Bondy, que no tenía continuidad, el mismo peso en el equipo y la determinación que poco a poco fue adquiriendo. El Real Madrid no vivía su mejor momento en cuanto a rachas sobre el terreno de juego, pero solo Kylian era capaz de levantar a un equipo que le sostenía su talento y sus goles: hat-trick al Manchester City en Champions, hat-trick al Barcelona en Liga, autor del gol del empate de la final de Copa del Rey, Bota de Oro y Pichichi de LaLiga. Así quedó todo, a pesar de que no empezó con buen pie.
En esta campaña, Mbappé es otro. No pudo jugar los tres primeros partidos del Mundial de Clubes a causa de una gastroenteritis, y tras el torneo, el de Bondy se ha puesto a tono físicamente, peor sobre todo, ha espantado a los viejos fantasmas del pasado. Se le ve disfrutando en el campo, asumiendo el liderazgo del equipo y marcando goles como nunca en el Real Madrid. Quién sabe si es por su nuevo dorsal ’10’, o simplemente porque ha trabajado más y mejor físicamente, pero lo que está claro es que ya no hay dudas: Mbappé es la estrella del Real Madrid que tanto esperaba el madridismo.