El Real Madrid terminó el año con las peores sensaciones posibles, recibiendo la pitada de su afición. De nada sirvió que fuera el último partido del año, que se lograran los tres puntos, el público se está cansando y así lo hizo ver desde los primeros minutos de juego. Y hay un claro señalado, Vinicius, cuyo rendimiento le empieza a pasar factura, como quedó claro cuando fue sustituido.
La afición del Real Madrid no perdona
El Real Madrid viene protagonizando dos meses para el olvido, los que se suman a todo el 2025, un curso natural que será recordado por el final de Carlo Ancelotti y por la llegada de un Xabi Alonso que ha tenido que lidiar con un vestuario acomodado y complicado. La afición dijo basta, y lo hizo después de que los blancos protagonizaran una actuación bochornosa en la Copa del Rey ante el Talavera, un equipo de Primer Federación que cerca estuvo de levantar a los blancos dos goles en tres minutos para llevar el partido a la prórroga, pero lo que ese día hizo daño, fue ver como uno de los capitanes del equipo, Vinicius, se partía de risa cuando el Talavera se ponía a un gol forzar una prórroga que pudo haber acabado con el entrenador.
En los primeros diez minutos, un error defensivo, en la marca, dejó en mano a mano a un delantero del Sevilla ante Courtois, falló, no marcó, pero a la afición ese primer momento le sentó como si el equipo hubiera encajado dos tantos de golpe. Primera pitada, la primera de muchas que se dieron en el partido. Porque no hubo apenas reacción, por lo menos, no se percibía, porque nada ha cambiado, jugadores que no se mueven, que no piden el balón al hueco, sin fútbol, pero tampoco con defensa, con presión. El tema se calmó porque Bellingham se sacó un testarazo al borde del descanso, sobre todo porque frenó cierta ansiedad, pero no el enfado.
El Sevilla, cerca de remontar
El Sevilla buscó el empate en la segunda parte, y lo que acabó de encender al público fue que, una vez que Marcao fue expulsado, el conjunto hispalense se puso a dominar a los blancos con un hombre menos. Los jugadores no encontraban soluciones, y Xabi Alonso tampoco, incomprensible, en casa con uno más, superados por completo. Courtois de nuevo, siendo el mejor. Llegó el penalti, el récord de Mbappé, y ni eso calmó las aguas, porque poco después, el vasco, en busca de soluciones, cambió a Vinicius.
Vinicius y el Bernabéu
Xabi Alonso conoce como el que más al público del Santiago Bernabéu, y sabía cuál será la reacción si sacaba al brasileño del terreno de juego. El cambio no lo hizo como castigo, lo hizo porque se merecía sentarse, porque su actuación había sido muy pobre, como la de todo el año, la que lleva cansando a su afición, porque su mal juego, va unido por una sensación de superioridad, de falta de respeto a los rivales que muchos aficionados ya no están dispuestos a perdonar, porque eso se perdona con buen juego, no sin aportar, sin llevar 12 partidos sin marcar.
Xabi Alonso se la devolvió, la del día del Clásico, y el brasileño se fue al banco, con un estadio dividido, donde los pitos se impusieron. Aguantó el tipo como pudo, evitando que se pudieran descifrar las muescas que intentaba frenar. Ese enfado no lo frenó después en redes sociales, cuando quitó su foto de perfil con la camiseta blanca. Alguien debería explicarle a Vinicius lo que significa que el Bernabéu se pite, no es que la gente no esté con él, es que la gente sabe que puede dar mucho más, que la gente quiere que dé ese paso al frente que deben dar las estrellas del Real Madrid. Unos pitidos que han recibido grandes estrellas del equipo blanco a lo largo de la historia, como Cristiano Ronaldo, como Zidane, y que han sabido encajar para ser mejores, para madurar, para acabar siendo leyendas de este equipo. Porque el brasileño ha escrito páginas importantes en la historia de este club, pero para ser leyenda, hace falta algo más, algo que sólo él puede cambiar, si quiere.






