El 2019 del Club Marino de Luanco: El año del regreso
Tras el descenso de 2015 en una temporada de nefasto recuerdo, el Marino logró cuatro años después volver al que ha sido su sitio habitual en el siglo XXI; la 2ªB
Solo más aventurados y optimistas podían allá por el 2 de enero de 2019 en Luanco en un ascenso de categoría del Marino de Luanco. Los marinistas comenzaban el año como segundos del grupo II de Tercera División a una distancia de seis puntos de un CD Lealtad que estaba poco menos que intratable. Los maliayos, entrenados por el hoy entrenador del Sporting ‘B’, Samuel Baños, estaban dominando la categoría con puño de hierro. Nadie, ni siquiera el que todo el mundo identificó como el gran favorito, el Caudal Deportivo les tosía.
Solo el Marino, equipo entrenado por un Oli Álvarez que había llegado al club en el verano de 2017 para iniciar un proyecto a medio plazo de dos o tres años es busca del ascenso, lograba plantarle cara, pero a la citada distancia de seis puntos. Sin embargo la temporada fue avanzando. A cinco jornadas del final la distancia entre ambos era de cuatro puntos, nadie más les tosía y la pelea iba a ser de dos. El Lealtad tenía una clara ventaja que, viendo como iba la temporada, parecía iba a ser campeón con alguna jornada de antelación.
Al play-off por el camino largo por un solo gol
Pero los de Oli lograron los últimos 15 puntos y metieron el miedo en el cuerpo al Lealtad. Tanto que los maliayos fueron campeones por un solo gol en el golaverage total. Una ligera decepción en el Marino que habían visto como el campeonato, sin buscarlo casi durante toda la temporada se quedaban en la orilla. Pero en ese momento todo el mundo fuera del club pasó un aspecto por alto. El Marino de Luanco llegaba como un cohete al play-off. Sí, era cierto que tenían que superar tres eliminatorias del play-off, pero el estado de forma en el que llegaban era envidiable.
Y así lo demostraron con una pequeña dosis de fortuna en el sorteo al tocarle rivales cercanos y en el caso de los dos primeros, no muy potentes. Su primera víctima fue el CD San Ignacio vasco. Tras el 0-0 en Ibaia, vencieron por 2-0 en Miramar. Después fue la UD Mutilvera. Mismo resultado. Empate en Navarra y victoria por 2-0 en Luanco. Y la última etapa fue el Sestao River. El cuadro vizcaíno sí era, a diferencia de los dos anteriores, un equipo hecho al 100% para ascender. La eliminatoria así lo demostró. El primer partido fue en Luanco donde imperó el respeto y no hubo goles. Todo se decidiría el 29 de junio en Las Llanas.
El Sestao llevó la iniciativa casi todo el encuentro. Pero la férrea defensa marinista, que no había encajado ningún en los cinco encuentros de play-off anteriores aguantó. Forzó una prórroga y cuando todo parecía abocado a unos penaltis dramáticos, en el minuto 116 llegó la estocada marinista. Álex Arias cuelga una falta al área, Trabanco en el segundo palo la devuelve al área y Emilio Morilla remacha a la red. Éxtasis gozoniego que lograba así el ascenso y el retorno a Segunda ‘B’ cuatro años después.
Humildad, trabajo y a pelear partido tras partido
El Marino de Luanco apostó en su retorno a Segunda ‘B’ por mantener una gran parte del bloque del ascenso. Lo reforzó con jugadores asturianos o afincados en Asturias como Javi Porrón, Chechu Grana, Miguel Prado o Saha. También de otros de comunidades cercanas y con hambre por crecer. Así llegaron Pablo Pérez y Boedo de la Tercera gallega o Mika, cántabro, pero que llegó de la Gimnástica Segoviana. A ellos hay que unir Mathe y Abraham, que llegaron cedidos por el Sporting.
Por último, en el último día de mercado, Alberto Lozano, centrocampista que había llegado desde Madrid y que se iba a afincar en el Principado por motivos laborales, volvió a Madrid al truncarse lo anterior. Su ficha la ocupó Alberto Lora, ex-jugador del Sporting durante doce temporadas y que no había encontrado equipo tras volver de una temporada en Chipre.
Con esos mimbres el club intentaría salvar la categoría en un grupo muy lejos del deseado con los equipos de Baleares, Canarias o Melilla. Desde el principio se quiso hacer llegar el mensaje de que la salvación, aunque fuese lograda a costa de sangre y sudor en el último segundo, sería un éxito. Y con ello comenzó la competición.
Un equipo intenso, rocoso y muy fuerte en casa
Y no lo hizo de la mejor forma. Los tres primeros encuentros frente a Atlético ‘B’, Real Madrid Castilla y Getafe ‘B’ acabaron en derrota. Oli encontró pronto la solución. Había que ser mucho más fuertes en las áreas y lo aplicó en el cuarto encuentro. Vencieron en Barreiro por 0-2 al Celta ‘B’ sabiendo sufrir y lograron empatar contra un candidato a todo -al menos en verano- como el Melilla. Pero dos encuentros seguidos en Madrid frente a Las Rozas e Inter volvieron a generar las dudas.
Llegaban hundidos en descenso, pero tres encuentros sin perder despertaron al Marino. Victorias frente a la Peña Deportiva y Las Palmas Atlético y un empate en Langreo jugando con uno menos. Ahí empezó a verse el Marino de Luanco actual competitivo y aguerrido. La fortaleza en casa se mantendría, sumando todo victorias desde entonces con un único borrón frente al Coruxo en casa. Además cerraron el año con dos victorias de prestigio en Ferrol y en Miramar frente al Atlético Baleares. Éstos llegaban como líderes y con una plantilla hecha para ascender.
Para 2020 pocas asignaturas pendientes hay. Solo el lunar de mejorar sus guarismos como visitante puede estar en el debe marinista. Y es que los gozoniegos están, a falta de una jornada para acabar la primera vuelta, con 23 puntos, fuera del descenso. De mantener sus actuales números lograrán la permanencia de una forma casi holgada lo que convertiría 2020 en un año tan excepcional como 2019.
